¿ECONOMÍA O SALUD O ECONOMÍA Y SALUD?

JUAN SEGURA NUEZ

Hoy se cumplen dos meses desde que llegué a Eslovaquia y, desde entonces, el coronavirus no ha dado tregua. Un país que apenas se vio afectado por la “primera ola”, empezaba a registrar más casos diarios de los que se habían notificado durante toda la primavera.

Tuve la desagradable oportunidad de experimentar ese aumento de casos en mi persona, lo que me permitió ver de cerca cómo reaccionaba el país ante esta nueva situación.

Me sorprendió el dispositivo sanitario que había (y sigue habiendo) para realizar las pruebas PCR. Hay carpas instaladas en espacios exteriores como estadios de fútbol, para desviar posibles personas positivas de los hospitales y centros de urgencias. En mi opinión, tiene todo el sentido del mundo.

Obviamente, tuve que confinarme tras dar positivo. Al acabar mi cuarentena personal, vi cómo había cambiado Bratislava después de adoptar medidas similares a las de los países vecinos: negocios cerrados, calles desiertas, restaurantes vacíos… Parecía que Eslovaquia se veía abocada a pasar por lo que sufrió España durante la primavera.

Sin embargo, a la hora de decidir qué medidas adicionales adoptar para frenar la propagación del virus, Eslovaquia tiró de sentido común. De lo poco que conocemos del coronavirus es que, para evitar contagiarte, hay que evitar tener contacto con una persona positiva. Pero para evitar ese contacto, primero hay que saber quiénes son los contagiados. Y, en vez de confinamientos masivos, eligió las pruebas masivas.

Fotografía de Joe Klamar

Todos los residentes en Eslovaquia estuvimos confinados durante 7 días, el tiempo que se estima correspondiente al periodo de incubación. Durante el fin de semana, hubo 6000 puntos donde se hacían test de antígenos (sensibilidad del 96,52% y especificidad del 99,68%, de acuerdo al fabricante y al primer ministro eslovaco).

Las personas positivas o que no se realizaron la prueba siguieron un confinamiento estricto de 10 días, desde el 1 de noviembre hasta hoy; y los negativos pudieron salir a la calle desde 15 minutos después de someterse al test. Estoy ilusionado por ver si esta medida toma un efecto significativo, que pueda ser ejemplo para otros países como España. De momento, el número de casos disminuye día tras día por primera vez desde septiembre, pero tendremos que esperar unas semanas más para ver el alcance real de la medida.

Está claro que los test de antígenos a toda la población no son la panacea: puede haber falsos positivos, falsos negativos, o incluso algún contagio en las colas de quienes acuden a hacerse el test; pero aquí se ha aplicado el sentido común. Ni Eslovaquia ni ningún país puede permitirse encerrar a toda su población a la espera de que esta pandemia acabe o a que en 2021 dispongamos de una vacuna (la cual muchos vaticinan como salvadora, incluido el Ministro de Sanidad español, pero que en verdad sigue en fase III de ensayos clínicos). Eslovaquia, en vez de esperar, se ha alejado del debate “Economía o Salud”, buscando una solución que, desde el sentido común, protege ambas cosas.


Publicado por Juan Segura Nuez

Médico en potencia. Batería por diversión.

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