Invierno

JÓNATAN ABADÍA LISA

El invierno en la montaña es más frío. Lógico. Lógico, pero más frío. El invierno en la montaña es un invierno de verdad. 

En los pueblos de montaña se esconden sus escuelas. La mía está en la plaza. La escuela es como la despensa que había en casa de mis abuelos. Olía a limpio y a verde pino. Tiene ordenados todos los estantes. En botes – profesores se guardan las ecuaciones, el siglo de Oro, la tabla periódica, los colores secundarios y la lista de los verbos irregulares de inglés.

Los niños vienen de pueblos más pequeños por la mañana, cogen puñados de contenido de los botes – profesores. De conocimiento y de paciencia. Algunos les gustan más y otros menos.

Belén siempre lleva trenzas. Es pequeña. Dibuja bien. Mientras explicas te mira. Cuando se pone a trabajar se muerde el labio. Acaba de trabajar y te trae el cuaderno. Si le dices que muy bien, le sale un abrazo. Como eres un poco gordo y ella pequeña, casi no llega a rodearte del todo. Pero sí te rodea el alma, y la aprieta fuerte.

Ander está enfadado otra vez. Llega tarde, se acaba de despertar. Su madre no le hace mucho caso, no le hace ningún caso. Su padre está enfadado. Llama a la escuela. No, Ander todavía no ha llegado. Otra vez tarde. Parece duro, pero llora a solas. Voy de una casa a otra, cada semana, entre peleas. La vida es una mierda y tú, profe, no tienes ni idea. Ni puta idea. Quédate con los abrazos de Belén y déjame en paz con mis problemas. Cuando acabe el curso te irás, me dejarás aquí y te largarás con tus libros y tus chorradas. Ander tiene mucha razón. Bastante. Este año lo pasaremos, y el que viene… pues ya vendrá. De momento consigo que se seque las lágrimas rabiosas con la sudadera. Y que entre en clase: ya no quería entrar hoy.

En la sala de profes hay mucho silencio. Entro pensando que no hay nadie. Me encuentro a Anabel con mala cara. Rubén le ha insultado en clase. No sabe qué más hacer. María Jesús propone una expulsión de dos días. Su madre no quiere ni oír hablar del tema: es culpa vuestra, que no sabéis tratarle bien. En casa no hace eso. Anabel se rompe. Su tarro de cristal se desparrama entero, toda la química por el suelo, el hierro, el argón, el fósforo, el helio. Tiene otra clase ahora. Recoge los elementos de la tabla periódica que puede. Está muy nerviosa.

El recreo ha ido bien. Fútbol y bocadillos cruzados. Hace frío pero hay sol. Dos niñas pasean dando vueltas al campo de baloncesto, Andrea va con ellas. Es la tutora de 1º y las entiende. Yo miro el partido. Les prometí que jugaría con ellos un recreo. Creo que antes voy a tener que perder algo de peso.

Samuel ha hecho otra vez todos los deberes. Y Pablo intenta copiar lo que puede antes de que empiece la clase. Consigue copiar bastante. Es rápido. Me los planta en la cara al entrar al aula. ¿Ves, profe? Casi todo hecho. Bien, Pablo, bien y ¿lo has hecho tú solo? Bueno, me han ayudado un poco, bastante, mucho, que me los he copiado del Samu, vamos. Pablo quiere, pero le cuesta al chaval. No le he dicho nada y en tres minutos me lo ha contado. Es un buen chico. No soporta tener mentiras dentro.

Marta y Julia hacen una exposición oral de un libro que se han leído. “Las brujas”. Les ha gustado. Dicen que Cris, la profe de francés, es una bruja. Siempre se entera de las cosas. Además, ella les dice que tiene poderes. Yo creo que Marta y Julia tienen razón. Cuando me mira Cris, creo que sabe lo que estoy pensando. Pero es una bruja buena. Una brujilla de la montaña. Está contenta en esta escuela, entre tantos bosques. 

Le pregunto a Anabel cómo ha ido la última clase con los mayores. Mejor. Están con ganas. No vuelvo a sacar lo de Rubén. Mañana será otro día. 

Recojo unos cuadernos en la sala de profes. Espero tenerlos corregidos pronto. Se me acumulan y crecen por las estanterías de mi casa, por encima de los radiadores: parecen criaturas vivas. Hoy acabaré con ellos. Y lo consigo. Los críos han trabajado. Les felicitaré. 

Salgo a pasear, me lo merezco y despejo la cabeza. La tarde es más fría de lo que pensaba. Mierda, tendría que haber cogido el otro abrigo. El invierno en la montaña es más frío. Lógico. Lógico, pero más frío. El invierno en la montaña es un invierno de verdad.

Espero que mañana Ander llegue puntual a clase.


Publicado por Jónatan Abadía Lisa

Profesor en el Centro de Educación para Adultos Concepción Arenal. Disfrutar del camino es casi, casi como alcanzar la meta.

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