Todos nos hemos acostumbrado al término pandemia. Antes, la palabra epidemia era de uso, sino corriente, sí usado por el común para definir situaciones de enfermedades que afectaban a muchas personas. La RAE define la palabra epidemia como:
“Enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, acometiendo simultáneamente a gran número de personas”
La RAE define el término pandemia como:
“Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región”
En mi opinión, ni una ni otra definición son adecuadas para una enfermedad que afecta a la casi totalidad del Mundo y que al parecer produce una mortandad extraordinaria.
Creo que en este caso encaja mejor la definición de “peste”. La Real Academia define la peste como:
“Enfermedad contagiosa y grave que causa gran mortandad”.
Si se admite que sólo la mitad del exceso de fallecidos del último año en España se debe al virus “chino”, debemos deducir que la otra mitad de los fallecidos se deben a la incompetencia de nuestra administración, que desatendió la salud de los ciudadanos, paralizando los servicios sanitarios, dejando de lado la atención ambulatoria, cerrando quirófanos. Además dejaron a las personas sin relaciones sociales, con grave daño para la salud mental de muchos de nosotros.
No tengo noticia de que se esté publicando información de la evolución de los suicidios en España, pero creo que es un aspecto a tener en cuenta. Supongo que se habrán incrementado notablemente, dada la situación de alienación que hemos vivido muchas personas.
Yo creo que en el exceso de mortalidad tuvo efecto de reducirla el hecho de haber bajado la actividad de las personas: se redujeron los accidentes laborales y los accidentes de carretera, incluso los accidentes de actividades deportivas inadecuadas.
Cabe recordar que cuando se le preguntó al “epidemiólogo mediático” por el aumento de mortandad, medido en la serie temporal se permitió el chascarrillo de decir que, tal vez, se debió al aumento de “accidentes de tráfico”, dando una muestra más de su falta de respeto a los españoles y de su carácter superficial.
Debemos recordar que este personaje llega, al parecer, a la función pública, ya mayorcito, por caminos cuando menos curiosos, casualmente cuando su “tío accidental” era ministro de Sanidad.
La llamada Pandemia tuvo otros efectos más graves que los puramente sanitarios: permitió un recorte de libertades sin que se cumplieran los tramites y exigencias previstas en nuestra Constitución, permitió que el gobierno pudiera actuar como un gobierno despótico, saltándose el control parlamentario y prostituyendo a nuestras Fuerzas del Orden Público. Como ejemplo, en una rueda de prensa un general de la Guardia Civil se permitió decir que una de sus funciones era controlar que no se criticara al Gobierno, demostrando un servilismo y, tal vez, una ignorancia de los derechos de los ciudadanos, que lo invalidan para ser guardia civil, no me refiero a ser general, me refiero a que sin ese conocimiento no creo que se pueda pertenecer al benemérito cuerpo.
No me voy a extender en lo relativo a la adjudicación de contratos a empresas cuya actividad no tenía nada que ver con la sanidad y la adjudicación a otras de nueva creación o que no estaban operativas. Casualmente muchas de estas empresas están radicadas en Cataluña, donde ahora el ministro “mortífero” es candidato a presidir el gobierno de esa comunidad, que regó con jugosos contratos sin ningún control.

Siguiendo con las consecuencias de la excepcionalidad traída por la “enfermedad china” hemos visto ampliamente, en las noticias de los medios subvencionados, los pequeños escándalos que se están produciendo con las vacunaciones. También fue escandaloso el uso político que se hizo en el primer momento de cuántos se habían vacunado en cada comunidad, cuando ahora no podemos seguir vacunándonos por carencia de vacunas.
Hubo quién propuso que a los que se habían vacunado sin estar en las listas no se les dirá la segunda dosis, no puede haber una vocación represora mayor que la que refleja esa opinión.
Continuamos con la arbitraria adjudicación de vacunas a las comunidades autónomas, sin respetar la proporcionalidad con respecto a la población. Cataluña fue particularmente favorecida. “Casualmente” el ministro responsable del desafuero sabía que iba a ser candidato a las elecciones en esa región, y para colmo también protagonizó el escándalo de la venta de vacunas a Andorra, cuando faltaban en España. Yo creo que no es casualidad esa venta, pese a nuestra escasez, dado que en Andorra residan muchos ciudadanos que votarán en las elecciones catalanas.
A ese trato preferente a los votantes de Cataluña, y también a los que residen en Andorra pero votan en Cataluña, es lo que llaman el “efecto Illa”, supongo que ellos piensan que sus posibles votantes son unos egoístas que quieren privilegios, tal vez tengan razón aunque me hace daño pensar que sea así, espero se equivoquen.
Creo que lo anterior es otro ejemplo de lo que degenera nuestra sociedad por la carencia de control parlamentario sobre el gobierno, que usó como excusa a la pandemia para saltarse el control parlamentario y el del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno.
En España no existe un programa de vacunación, ni unas directrices claras, diciéndonos cuando nos toca vacunarnos, lo que es imprescindible para desterrar el miedo en que veo sumidos a muchos de mis amigos y creo que afecta a una gran parte de la población.
Están produciéndose unos daños a la sociedad que nos va a costar mucho tiempo recuperar. La caída del producto interior bruto y de las capacidades productivas va a ser difícil de superar y volver a la situación anterior al Gobierno que nos ha sumido en este caos.
Los daños mentales producidos por el miedo, por el bajo contacto social y por la falta de ejercicio físico, en el paseo diario, creo que también va a producir a muchos daños irreversibles.
Pero lo anterior carece de importancia comparado con lo que viene.
Creo apreciar que los gobernantes de otros países más sensatos, y que por tanto tuvieron menos índice de mortandad y de contagios, tienen conductas erráticas al parecer en ocasiones más preocupados en su carrera política que en el bien común que deben administrar, o de agradar a la “plutocracia” encabezada por China.
Varios gobernantes nos hablan de la “Agenda 2030”. “En 2030 no tendrás nada y serás feliz”.

Supongo que esto viene aparejado con la necesidad de los políticos de regir sus actuaciones para conseguir su propia supervivencia en la política. Esas conductas pueden contribuir al descrédito de los políticos y por tanto minar la confianza de sus ciudadanos.
Nuestra sociedad respetuosa y nuestro bienestar no pueden permanecer sin la generosidad de los ciudadanos, que es imprescindible, y que se basa, en parte, en la sensación de confianza en el Sistema.
En resumen, nuestros dirigentes mundiales cuestionan nuestro sistema capitalista, intentan convencernos de la bondad de los sistemas de la China Comunista y otros países gobernados por oligarquías, sin que tengan que dar cuentas a nadie, países en los que las libertades no existen y unos pocos son inmensamente ricos porque son los que toman decisiones, siempre orientados a beneficiarse así mismos, a mantener el poder y a hacer grandes negocios.
Se nos habla del progreso de la economía de esos países y que van acercando a la capacidad de consumo a una parte de su población. Partiendo de la base de que yo creo que sí es cierta la mejora de calidad de vida de muchos ciudadanos de la China y otros países con regímenes totalitarios, mi reflexión es que yo no quiero vivir en un mundo sin libertad, la sensación de libertad es lo que creo que da más felicidad a las personas. El poder elegir es lo que nos da la condición de humanos.
Supongo que ante estas palabras, creo inspiradas por Davos, los dirigentes de la mayor tiranía del mundo estarán encantados, parece que su modelo de capitalismos carente de control ciudadano, donde sus dirigentes se permiten hacer desaparecer a cualquier ciudadano crítico o incluso a cualquiera que se encuentra en un momento en una posición que estorba a la “verdad” que los dirigentes quieren institucionalizar para sus fines es aceptable.
Pese a la gran censura tenemos noticia de que el aparato de propaganda de la pandemia ha matado intencionadamente en China a muchas personas que tuvieron noticias o dieron informaciones sobre la misma.

Hay otro aspecto que me sorprende, hasta ahora nos han limitado la salida de nuestras casas sin un soporte constitucional, nos han limitado con quién podemos comer, a quién podemos recibir en nuestra casa y qué actividades profesionales podemos ejercer. En los últimos días he leído que se ha dado un paso más en la privación de libertades y el expolio a los ciudadanos.
Ya es un hecho este nuevo recorte de libertades. En el Reino Unido han decidido que las personas que lleguen desde determinados destinos, tendrán que permanecer en un hotel durante cierto número de días, sin poder recibir visitas ni salir de la habitación y además pagando ellos la “cárcel”.
También se baraja y se dice por los políticos que el que no se ponga la vacuna tendrá limitado sus movimientos no pudiendo participar en multitud de aspectos de nuestra vida social, acceder a espectáculos, a viajes y a lo que se les ocurra.
En contraposición con lo anterior, acabo de leer que la Unión Europea ha dictaminado que ningún país puede discriminar a nadie por haberse puesto o no la vacuna, espero que sea cierto y que se aplique.
Me parece que se está usando la “pandemia” para suprimir nuestras libertades y en ocasiones borrar responsabilidades políticas y penales de los gobernantes despóticos e irresponsables. Esa impunidad nos lleva a que en España no dimita nadie a diferencia de lo que ocurre en otras democracias.
Esta herramienta de encarcelar a los ciudadanos a su costa, es un paso más en la supresión de las libertades. El sistema carcelario que se inventó el gobierno del Reino Unido puede ser trabajado, para encontrar más procedimientos para encarcelarnos y además privarnos de nuestros bienes, haciéndonos pagar la cárcel en la que nos encierren.
En conclusión:
Debemos mantener la moral alta, manteniendo nuestras relaciones sociales, al menos aprovechando las tecnologías para comunicar con nuestros amigos y familiares.
Debemos defender nuestra libertad, al menos de ideas y nuestro entusiasmo en defender nuestra capacidad de pensar sin dejarnos manipular por unos medios de comunicación cohechados con nuestro dinero.
Debemos ser críticos con lo que hacen nuestros gobernantes, poniendo en tela de juicio las decisiones que toman cuando no sean comprensibles para nuestra capacidad de raciocinio.
Debemos expresar nuestra opinión y no conformarnos con la comodidad que produce callarse y no ser crítico porque no todos comprenderán nuestras opiniones y nuestras críticas. Me gustaría pensar que yo no me callo por miedo y que soy generoso y expreso mi opinión buscando el bien común, aunque en ocasiones me equivoque.
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