Creo que todos estamos de acuerdo en que, por lo general, tenemos poca o ninguna idea de la mayoría de las cosas. Si pensamos en cada una de las cuestiones posibles que nos pueden preguntar, a la mayoría responderíamos: “no sé”.
Las personas somos ignorantes del mundo que nos rodea, por mucho que la ciencia avance cada vez más. No obstante, ni una pandemia mundial nos ha hecho aprender.
Seguimos creyendo que lo único verdadero es aquello que podemos ver, oír, o que ha sido demostrado por los “expertos”. En el mejor de los casos, nos da por usar la razón. Una razón que, sin embargo, ni siquiera es capaz de explicar el motivo de su propia existencia.
En un año en el que ha quedado en evidencia que no somos capaces de conocer y de predecir todo, se muestra una tendencia creciente a la crítica y el abandono del pensamiento sobrenatural.
En una época en la que una pandemia ha dinamitado el mundo entero, o en la que una tormenta de nieve te paraliza un país, nos encontramos cruces en el vertedero.

Y con esto no me refiero a que haya que abandonar el desarrollo científico, ni reducir todo al prehistórico pensamiento mágico. Solo digo que creo que tendríamos que ser un poco más humildes y aceptar que hay una realidad que va más allá de lo que a nosotros nos alcanza a conocer.
Lo que más me preocupa del rechazo a lo que trasciende a la ciencia son las graves consecuencias que puede tener. Una persona puede o no creer en Dios, en el alma… es algo intangible difícilmente demostrable.
Pero si la cultura se impregna de este pensamiento -promovido, por cierto, desde las instituciones-, la gente puede, por ejemplo, acostumbrarse a la pérdida de la dignidad como persona: la vida ya no vale tanto. No es lo mismo la vida de un “hijo de Dios” que la vida de un “caso por covid descompensado”.
Puede que nos acostumbremos a que nos digan cifras de muertos diarios como quien comenta el resultado de un partido de fútbol, o a que se desarrollen proyectos de ley como el de la eutanasia (que ya comentamos en ‘La nueva ley de Cuidados Paliativos‘).
Estoy de acuerdo en que el desarrollo científico es fundamental, pero no está de más mirar de vez en cuando hacia arriba y ser humildes. Y sonreír cuando nos demos cuenta de lo pequeños que somos.
“Lo sobrenatural es el elemento natural que todavía no entendemos”
Elbert Hubbard
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