El qué y dónde estudio actualmente no nos interesa. Pero cómo ya saben soy estudiante universitario. Y como la gran mayoría de mis compañeros me encuentro actualmente estudiando la carrera en formato mezclado online-presencial.
No todo lo que nos ha traído el coronavirus iba a ser malo. Y la verdad es que me alegro que se haya hecho más patente, si cabe, el desfasado sistema de educación que poseemos actualmente en la sociedad. Este cuatrimestre tengo profesores que nos han dicho que veamos y estudiemos las clases que subieron a la nube y prepararon el año pasado durante la pandemia.
Y es que en todas las carreras hay asignaturas que no cambian prácticamente nada el temario durante lustros. Efectivamente, si un profesor va a venir a clase a informar y no a comunicar, sea catedrático o asociado es perfectamente prescindible.
Convengo con la mayoría de mis compañeros en la cantidad de docentes que vienen a clase para simplemente leer unas diapositivas sin aportar ningún valor añadido extra a la lección y la clase.
En un libro del que les hablaré más adelante titulado Pensar rápido, pensar despacio, escrito por el premio Nobel Daniel Kahneman, se habla entre otras cosas sobre la limitada capacidad que poseemos para almacenar información a corto plazo, como máximo unas 7 ideas durante 30 segundos cada vez que nos hablan de un tema nuevo.
Por ende, en una clase de una hora si el profesor va a venir a simplemente leer las diapositivas y remarcar conceptos clave, pues efectivamente puede grabarlo una vez y que sirva perfectamente para siempre hasta que necesiten añadir algún cambio.
Además posiblemente si sube la clase online, los alumnos se podrán servir de recursos audiovisuales que ayuden a a fijar mucho mejor los conceptos importantes, asimismo podrán volver a ver las partes de la asignatura que sean más difícil de entender.
De esta forma el alumno se va a poder beneficiar de aprovechar los momentos semanales en el que tenga un mayor rendimiento mental y menor cansancio. Ya que por circunstancias biológicas no siempre poseemos la misma capacidad de atención.

Se trata de olvidar y deshacernos de la educación basada en la eminencia y evolucionar a una educación realmente enfocada al alumno que quiera aprender. En la que se le doten las herramientas necesarias para aprovechar su máximo potencial y que pueda encontrar su correcta forma de aprender las cosas. Ya que, como la Psicología nos lleva diciendo décadas, no todas las personas aprenden de la misma manera.
El rol de un profesor debe ser encontrar las formas en que la mayoría de sus alumnos se enganchen a la asignatura, que sea capaz de comunicar con ellos, y transmitirles la pasión necesaria para que les guste y que quieran seguir aprendiendo.
La mayoría de nosotros somos resultado de la educación que hemos recibido en casa, sumado a profesores que nos han enseñado a apasionarnos de aquellas materias que nos daban. Seguro que a cualquiera de ustedes, si se paran a pensarlo un momento, le vendrá a la cabeza esos maestros que les dejaron una profunda huella y que recordarán siempre con un especial cariño.
Concluyo apelando como sociedad a la responsabilidad de encontrar el camino para que estas nuevas tendencias vengan para quedarse de forma permanente, aprendiendo a optimizar sin premura todo el gran potencial que pueden tener. Y si además nos sirve para ahorrarnos profesores sin ninguna idiosincrasia, podría ayudar a motivar a infinitud de alumnos desmotivados, que existen actualmente por doquier.
“Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”
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