Dignidad

Saturno devorando a su hijo

Saturno devorando a su hijo (Francisco de Goya)

JUAN SEGURA NUEZ

Como ya comentamos en “Hablo desde la ignorancia”, uno de los grandes peligros del abandono del pensamiento sobrenatural es la debilitación de conceptos que no son demostrables por el pensamiento científico. Y para mí, uno de los más importantes, es la dignidad humana.

Y el peligro viene cuando a no todos los seres humanos se les da la categoría de personas. Cuando no todos los seres humanos tienen un valor en sí mismos y su vida deja de merecer respeto.

Ejemplos de discriminación como el del nazismo hacia los judíos o la esclavitud de afroamericanos tienen en común el menospreciar la dignidad de cada individuo. Ese “ser” es inferior, y otra gente aprovecha para utilizarlos, ya sea como esclavos, o en experimentos como el Estudio Tuskegee.

Hoy en día, aunque ya parece asimilado el concepto de que hay que respetar a todos por igual, da la sensación de que incrementa la discriminación si alguien carece de “utilidad” o de “independencia”. Y las personas somos más dependientes y menos útiles en ambos extremos de la vida. Como el tema de la eutanasia ya ha sido de sobra abordado en otros artículos de este Rincón, nos centraremos en si merece la pena proteger la vida de los más pequeños.

Imagen del experimento Tuskegee

Creo que todo el mundo estará de acuerdo en que matar a una persona inocente está mal. Por tanto, si un feto o un recién nacido es una persona inocente, está mal matarlo. Pero ¿son los fetos y los recién nacidos personas inocentes?

Está claro que ambos son seres de la especie humana. Desde la fusión de los gametos, se crea un nuevo individuo con un genoma, con la información genética necesaria para alcanzar su forma final, a no ser que dicho desarrollo sea cercenado de forma artificial.

El problema viene cuando la dignidad de persona no es atribuida a todos los seres humanos, sino que se le piden ciertas características para poder darle dicho privilegio. Obviamente, esto ocurre sobre quienes tienen menos posibilidad de defenderse, y las características requeridas las definen individuos que en absoluto poseen potestad para ello.

Hay quien cree que un ser humano ha de tener la capacidad de razonar y de reconocerse a sí mismo para poder ser considerado digno. Al fin y al cabo, los animales son seres vivos que no comparten nuestra razón, y los utilizamos para alimentarnos. En dicho caso, habría que arrebatarle la condición de persona a los embriones, a los recién nacidos, a los dementes, a pacientes en coma…

También hay quien argumenta que un feto depende de su madre para vivir. Y razón no le falta. Lo que ocurre es que ser dependiente, ya sea por gestación, por haber nacido recientemente, por discapacidad o por demencia, no te quita el derecho a vivir.

Otros dicen que los embriones no son personas todavía, sino que lo son en potencia. Sin embargo, si se toma un criterio temporal, ¿a partir de qué momento un ser humano empieza a tener dignidad? ¿Cuando se nace, a pesar de que la única diferencia sea pasar de vivir dentro de un útero a fuera? ¿Cuándo el feto tiene un sistema nervioso capaz de sentir dolor? Durante las anestesias no sentimos dolor y nadie aprovecha para matarnos… Es importante diferenciar lo que es una persona en potencia -por ejemplo, el óvulo, que puede ser fecundado- de lo que ya es una persona.

Se puede concluir que todos los seres humanos somos personas. Si alguien piensa lo contrario, le invito a que reflexione qué características le pide a un ser humano para darle dignidad, y por qué está cualificado para arrebatarle la condición de persona a otro de su misma especie. Nuestra vida merece respeto. Y no porque “somos únicos e irrepetibles”, como se suele decir. Existen gemelos con idéntica información genética, y no por ello está bien matar a uno de ellos. El motivo de que los seres humanos tengamos dignidad es el mero hecho de serlo.

El problema radica en que esta dignidad no es demostrable por el pensamiento científico. Por ello, todos en general, y los científicos en especial, debemos recordar que hay temas que trascienden al método empírico, y que ponen unos límites que la ciencia no debe cruzar.


Publicado por Juan Segura Nuez

Médico en potencia. Batería por diversión.

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