Cláusula Moncloa ~Reflexiones de un maketo~

Cláusula Moncloa ~Reflexiones de un maketo~

EL HERMANASTRO DE SABINO ARANA

El 1 de junio de 2018 tuvo lugar la cuarta moción de censura a un gobierno desde la caída del Franquismo. Fue la primera en prosperar, y supuso el fin del mandato de Mariano Rajoy, y la llegada al poder del candidato propuesto por la oposición, Pedro Sánchez.

Ese día se iniciaba un nuevo ciclo político en España que iba a estar marcado por una profunda crisis institucional, la extensión de la brecha existente entre las formaciones, el inicio de una sucesión de pactos marcados por la ausencia de ética, una coherencia limitada y un bochornoso interés evidentemente partidista. 

Comenzaba la hipoteca de La Moncloa, pero desgraciadamente para el conjunto de la sociedad española, el banco que le iba a conceder el préstamo a Sánchez no iba a escatimar en cuanto a porcentaje de intereses, ni mucho menos. Todo lo contrario.

El Presidente adquiría 96 votos, que sumados a los 84 de los socialistas, constituían los 180 con los que la moción salió adelante. Pero cada uno de esos apoyos contenía una condición, un haber para Ferraz. Y pronto seríamos testigos de las distintas cláusulas que blindaban a los socios. 

Sánchez Rajoy

Aunque en primera instancia, el PSOE se mostró reacio a aceptar según que condiciones a la hora de formalizar el contrato hipotecario. En ese momento transmitió cierta visión de estado, responsabilidad política, y un mínimo de decencia, que más adelante perdería profundamente. Los Presupuestos Generales del Estado fueron rechazados el 13 de febrero de 2019 y Sánchez convocó elecciones generales, que se celebraron el 28 de abril. 

Tras el triunfo socialista, el candidato, como es habitual, acudió al encuentro de los votantes que se habían dado cita en Ferraz para celebrar los resultados. En esos momentos Sánchez ya estaba pensando en el nuevo contrato que debía confeccionar para mudarse definitivamente a La Moncloa. 

Pedro, conocía las preferencias de Europa, y del Ibex 35, por lo que, por su cabeza, aunque más tarde lo reprimiera, aparecía el nombre de Albert Rivera. Y precisamente ese deseo interno, de tratar de entenderse con Ciudadanos, le privó de disfrutar del baño de masas que se estaba pegando, puesto que su gente le gritaba constantemente “con Rivera no”. No había más que ver el rostro de Sánchez, que reflejaba la disonancia cognitiva y la ambivalencia que las dos situaciones le estaban produciendo. 

Desgraciadamente, la realidad fue que el afán de Rivera por ocupar el ansiado hueco y espectro político del PP, y alzarse como la primera fuerza de la derecha, unido al inicio de la estrategia maquiavélica de Sánchez para gobernar, desembocaron en la ausencia total de voluntad para llegar a acuerdos y en el envío al ostracismo de la mejor opción de gobierno que existía en esos momentos para España. 

Como he dicho, por esas fechas ya se estaba urdiendo el plan Sánchez para ser presidente. Las negociaciones con los socios de la moción de censura continuaban produciéndose, pero no se fraguaban del todo. Los socialistas no estaban dispuestos a aceptar las exigencias de Podemos. La formación morada exigía representación en el Consejo de Ministros, elemento que en Ferraz ni se contemplaba ni consideraba. 

Ante la dificultad que entrañaba contentar a las distintas formaciones, surgió una nueva vía. Era una apuesta arriesgada, pero muy tentadora. Buscar la mayoría absoluta en unas nuevas elecciones. ¿Y cuál era la fórmula?, presentar a los de Iglesias cómo los responsables de haber impedido un gobierno progresista y buscar el castigo de los votantes de Podemos para adquirir sus votos. Tras una nueva investidura fallida, se convocaron elecciones para el 10 de noviembre. 

En la antesala de estas, fue cuando se produjo la célebre frase en la que nuestro presidente manifestó a Ferreras los problemas de insomnio que le acarrearía la estancia de Pablo Iglesias en la Vicepresidencia del Gobierno. 

Los comicios volvieron a concretarse con la victoria de Sánchez. Pero muy lejos de la mayoría absoluta, de hecho, perdieron tres escaños. Entonces el plan Moncloa tornó. Y la premisa era prácticamente conseguir a cualquier precio la Presidencia del Gobierno. De repente todas las diferencias que habían impedido que hubiera acuerdo entre PSOE y Podemos, no solo desaparecieron, sino que se convirtieron en condiciones para sellar el pacto. Pablo Iglesias sería vicepresidente, y habría rifa de ministerios en la formación morada. 

Sánchez Iglesias

A Pedro Sánchez solo le movía su incesante deseo de rubricar cuanto antes la hipoteca de La Moncloa. Y esta vez iba a aceptar todas y cada una de las cláusulas del nuevo y definitivo contrato. La pelota ya no estaba en el tejado de Sánchez, sino en la de sus socios, que aprovecharían el ansia de poder de Pedro, para exprimir al máximo el rédito que obtendrían con su aval al Gobierno de Coalición. Y así fue. 

ERC y EH Bildu se abstuvieron. De forma decisiva para que la investidura saliera adelante. A cambio, 167 etarras trasladados a País Vasco, y sumando. La AVT estima que el 87% se encuentra en cárceles situadas más al norte de Madrid y que en el sur solo quedan 26. Este es el interés de la hipoteca. Esto es lo que sucede cuando se antepone el fin a las formas, a los medios, al modo. Ya no es que obvie el sufrimiento de más de 800 víctimas y sus familias, sino que banaliza incluso a los antecesores de su propio partido que perdieron la vida y la causa que defendían. 

Todo valía, las letras pequeñas no se leen cuando el fervor te inunda al conseguir tu sueño más anhelado. No se piensa en las consecuencias, ni en la dimensión de estas, tan solo se disfruta del momento. 

Y lo peor, querido lector, es que, desde Interior, se intenté opacar o eclipsar los continuos beneficios penitenciarios a los etarras con actos simbólicos utilizados a modo de cortinas de humo para transmitir una falsa y grotesca imagen de condena al terrorismo, apoyo a las víctimas y eliminación de vestigios terroristas. Se piensan que la capacidad intelectual y deductiva de los votantes es similar a la de su decencia moral y ética, pero ya no cuela. 

El PSOE está atrapado desde el día que hipotecó La Moncloa. Ha decidido asumir todas las estipulaciones del contrato, aunque ello implique traicionar los principios del partido, reducir a nada la significancia de la lucha de sus compañeros mártires, obviar cualquier tipo de decencia, tanto política como social o ejemplificar la labor de Bildu en el proceso de paz y convivencia en Euskadi (nada más lejos de la realidad).

El fin está claro, evitar la ejecución hipotecaria y el desahucio. Seremos los votantes los responsables de buscar otro medio para que Sánchez coja sus bártulos y se vaya.  

“Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez”

John A. Lincoln

Publicado por El hermanastro de Sabino Arana

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