La Semana Santa no parece haber sentado muy bien a Fernando Simón, que debía estar ya ansioso de foco y ha vuelto a las Simonadas. Sinceramente, todavía no entiendo como ‘Iván Redondo Productions’ todavía le permite ponerse delante de un micrófono si no es estrictamente necesario. ¿Le recuerdan una sola intervención decente? Seguramente no, pues no desaprovecha ocasión para ofender al máximo número de ciudadanos posible.
La última ha sido reconocer en una entrevista que “se confinó a la población porque no sabíamos qué hacer“. Cabe recordar que, aunque parezca un payaso televisivo de los que provoca más miedo y vergüenza ajena que otra cosa, cada vez que habla lo hace en calidad de director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, y no como trasunto del Aragón de turno.
Es decir, uno de los principales responsables de que la maldita Pandemia haga el menor daño posible se permite el lujo de decir que no sabe hacer su trabajo y que toma medidas como quien lanza una moneda al aire esperando que salga cara. Y vaya si ha salido cara su nefasta gestión…
No por esperadas dejan de ser indignantes este tipo de declaraciones. Cómo se puede tener la cara tan dura como para reconocer abiertamente, obviamente sin cortarse un pelo, que han arruinado a millones de españoles, y dejado morir a decenas de miles, por ser unos puñeteros incompetentes. Cómo la psique de alguien puede ser tan perversa como para hacer una declaración así sin atisbo de arrepentimiento o muestra de humildad. Y hacerlo, encima, entre risas que van de lo nerviosas a lo psicópatas, rozando lo histriónico.
La estulticia de este castigo, que nos ha obligado a soportar el nepotismo del mandato de Mariano Rajoy, no acaba ahí. También hemos podido ver a don Simón reconocer por fin que la variable británica del coronavirus es ya la que circula por nuestras fronteras, cuando no hace demasiado aseveraba que sería residual. Esa metedura de pata no es siquiera la más grave, aún así estoy seguro de que en cualquier otro lugar del mundo hubiera provocado más reacciones que en España.

Las muestras continuas de incompetencia del doctor menos docto de la historia avalarían su cese en cualquier país civilizado y democrático. ¿Qué ocurre en el nuestro? Pues que ‘su Sanchidad’ se saca de la chistera un nuevo organismo público, absurdo por redundante, cuyas competencias están más que cubiertas, creando así más duplicidades de las ya existentes. Todo con el único objetivo de seguir colocando a sus amiguetes, entre los que parece encontrarse Fernando Simón, el favorito para dirigir el nuevo chiringuito.
En resumen, si esos rumores se consuman estaremos ante un nuevo premio de Narciso a la impericia, creando un puesto ad hoc para Fernando Simón. Al que parece que los cerca de 100.000 euros que debe embolsarse al año no le colman. Digo “debe” porque no podemos afirmarlo con rotundidad, pues el “Gobierno de la transparencia” ha vuelto a rechazar hacer público los pluses de productividad del, por desgracia, todavía director del CCAES, empleado público él. Huelga decir que un solo céntimo de nuestros bolsillos en las cuentas de este ser supone un insulto a nuestra inteligencia, pero que se meta a la saca “pluses por productividad” es un atropello en toda regla.
Insisto en que, a estas alturas, nada de lo que haga esta gentuza me pilla con el pie cambiado. No obstante, sigo haciéndome preguntas. Me pregunto qué debe saber Simón para que no le hayan cesado, y lo que hagan sea premiarle. Por otra parte me deja atónito la miseria moral de un hombre educado en buena lid para aferrarse a su puesto cuando lo único que hace es pifiarla.
Una vez más, lo peor de todo lo aquí comentado es la ausencia de consecuencias. Nada ocurre, y nada cambia si nada cambia. Son tantas las barbaridades que la cohorte de Sánchez brinda a la ciudadanía que nuestra coraza les permite todo. Pero ya está bien, qué menos que hacernos oír.
Lo de este tipejo no tiene un pase. Pese a que cuatro niñatos sin cerebro (y el ‘Huffpost’) se empeñen en blanquear la imagen de Simón, deseo pensar que prácticamente no quedan españoles que no tengan la certeza de que ese señor no es más que el inútil de la productividad. A pesar de todo, corremos el riesgo de acostumbrarnos.
Personalmente reconozco que yo mismo llevaba varios días con uno de los máximos responsables de la tragedia del coronavirus en España fuera de la mente, me había olvidado de su figura. Es lo que quieren, tapar un escándalo con otro, una polémica con otra, hasta que veamos su infame desGobierno como algo normal.
Si seguimos conformes llegará un punto en que veremos como positivo lo que otrora hubiera sido deshonra para el pueblo. No debemos caer en la pusilanimidad o el asalto definitivo a nuestras libertades llegará. No lo toleraremos.
“El conformismo es el carcelero de la libertad”
John F. Kennedy
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