LA FAMILIA. PADRE. ¿POR QUÉ YO? ~Recuerdos de niñez~

Cárcel antigua Asturias

JOAQUÍN ECHEVERRÍA ALONSO

¿Por qué… padre? ¿Por qué? Pensó que era firmeza, pero no lo era. Determinación sí, pero no firmeza madura fruto de la reflexión. No comprendió que la falta de carácter me hacía imitarlo, que mi proceder era sólo una conducta infantil.

Llevo escribiéndole veinte años, preguntándole: ¿Por qué? y nunca me contesta a la pregunta, además desde hace cinco años, ya ni me contesta. Antes me hablaba de lo buena que fue madre, de lo que me parezco a ella o de lo bien que le va a la Familia, a los hermanos y demás allegados. Pero y yo ¿Sabe usted cómo me va a mí? ¿Qué es de mí? ¿No le duele mi situación? Antes me preguntaba por mi salud, eso sí, pero nunca por cómo me siento. Ni se preocupa por lo que perdí, cambiando mi juventud universitaria por esta situación de presidiario sin esperanza… Ahora usted ya no me da ni consuelo. Ya no alaba mi valentía y mi resolución, no me escribe, está desaparecido para mí, ya hace cinco años… ¿Hasta cuándo?

Es cierto que me mandaba paquetes, dinero para sobornos a carceleros y presos y otras cosas, que no es prudente expresar por escrito. Pero ahora ni una explicación, ni una frase esperanzadora. Tampoco intenta un plan de fuga para mí, como hizo la Familia con otros. ¿Quién lo convenció para que me mantenga aquí encerrado?

Cuando era niño usted siempre me contaba con cualquier excusa aquella anécdota de la ofensa que recibe el padre del Cid, la bofetada que le había propinado el conde Lozano, el asturiano. Él era un viejo incapaz de lavar la ofensa. Va probando a sus hijos ¿Cuál servirá para restablecer el honor familiar? De mayor a menor los va descartando. La misma prueba a todos, los muerde en la mano y no responden con firmeza al dolor que les infringe. Hasta que llega a Rodrigo, el menor, que reacciona airado y amenazador: si no fueras mi padre pagarías caro…

Primera hazaña del Cid (Juan Vicens Cots)

Así cesa la desesperación del padre, al encontrar un hijo a la altura de la circunstancia ¿Era un ejercicio de preparación para el futuro? ¿Era acaso, el destino que me tejía?

Pero ¿Por qué yo? Acaso no tenia más prestigio entre La Familia mi hermano Xosé, su primogénito, era un gran tirador de pistola ¿No era más fuerte Robustiano o más hábil Cuco? El primo Manuel también vivía con la familia por entonces ¿No era ninguno de ellos más adecuado que yo? O… ¿Era, cómo sospecho, que sencillamente le importaba menos perderme a mí, en vez de a cualquiera de ellos, para los planes posteriores de la familia? ¿Influyó en su ánimo que yo naciera en el pueblo de Madre, cuando ella estuvo alejada de usted por un tiempo? Es cierto que no me parezco a usted pero ¿Acaso no era yo el más fiel y obediente a sus deseos?

En la cárcel se dice que el jefe de La Familia es ahora Cuco ¿Qué fue de Xosé? ¿Por qué no él, si usted se ha retirado? Nadie sabe de Xosé, ni me trae noticias de usted y me preocupa. Bien sé, que de ser Xosé el capo… Xosé lo adora a usted. Pero Cuco… ¿Dónde está Xosé? ¿Qué fue de Robustiano? Ya no se habla de él, desde que no compite y no sale en los noticiarios deportivos.

Nunca le conté en detalle como realicé el encargo… Claro usted se alejó de mí para mantener las formas… Verá, Cuando me llamó a la Universidad y me contó que creía que el tío Jacobo quería eliminarlo, hablé con Cuco ¡Que error! él y yo nos juramentamos, no lo conté hasta ahora y bien lo siento, porque de saberlo usted, le hubiera cortado las alas a ese enredador. Pasé semanas buscando encontrar al tío donde no estuviera protegido, usted bien lo conocía… Cuco me haría labores de cobertura, yo mataría al tío, cuando la ocasión fuera propicia. Él debería velar por nuestra seguridad, coartadas y demás aspectos logísticos… yo no tenía contactos, alejado del ambiente por la Universidad, ya sabe…

Universidad de Oviedo

Pasaron meses y el tío llegó a tenerme cierta confianza. Lo frecuenté tantas veces en ese tiempo sin encontrar el momento propicio, que compartimos muchas tardes de conversación. Yo solapado, le contaba de la Universidad y el mostraba mucho interés. Tenía un interés morboso por las jóvenes universitarias, él, un cocinero de pasta venido a más… Cuco permanecía callado controlando entradas y salidas. Sus hijos se fueron confiando y Suso, el buldog que lo protegía, su sombra en todo momento, aunque intentaba estar atento también se iba descuidando en lo que a nosotros se refiere. El tío Jacobo llegó a hacerse ilusiones, creo yo, de conquistarnos e introducirnos en su organización. Yo le gustaba personalmente, me quería para la prima Gelita, quería un abogado como yerno. Pero él quería usar a Cuco más callado y sin el estigma universitario que él consideraba una tara difícil de superar, para operar en la organización, quería que fuese su brazo ejecutor, su verdugo.

Fue aquella tarde de verano, estoy seguro que la recuerdas. Sólo te cuento esto por ver si después de tu largo silencio consigo que retomes la correspondencia y los envíos. No te sería tan difícil sacarme de aquí, ahora que el primo Manuel es el alcaide. No es por hacerte reproches, pero por Xosé hubieras hecho cualquier cosa.

Te decía que aquella tarde hacía un calor infernal y los primos, Pedriño y Chuso salieron a refrescarse a la fuente que habían instalado y usaban como piscina. Pillé desprevenido a Suso, su matón; ya no valía, era un viejo ¿Recuerdas que rondaba los sesenta? Lo acuchillé en el cuello. Pobre tío Jacobo, quiso reprenderme con dignidad… no me conocía, le hice un ojal en el pecho, le arranque el escapulario y lo escupí para arrancarle su Salvación. Le grité por traidor… por ti… por la Familia. Pobres de mis primos, tuve que hacerlo sólo, Cuco no hizo nada, pero ellos desnudos, sin sus hierros, no me duraron… Recuerdo la fuente, quedó preciosa, toda roja… A los gritos la prima Gelita salió al corredor, recuerdo como lloraba desesperada, como lo hubiera hecho un ángel si aquella primera batalla la hubiera ganado Luzbel pero no, para ella ¡Yo no era Lucifer! ¡Ella me quería! Yo también la llegué a querer. Pero la familia era lo importante. La perdí ese día… mi día de gloria.

Huimos de la casa y nos fuimos a la collada, con los cabreros. Cuco bajó a casa, eso me dijo, a dar noticias. Luego los carabineros… los interrogatorios… ¡Qué raro! Cuco salió indemne… ¿Por qué? ¿Me vendió? ¿Acaso tú…? Yo aguanté y no lo impliqué a usted, tampoco a él, cargué con la culpa, con toda. Cuco en premio se casó en seguida con Gelita, la huérfana, cargó con ella y con su herencia, él no la quería. Luego Cuco no me habló nunca más… Cómo ofendido por la muerte de su suegro.

Y yo ¿Qué recibo? Sus cartas y paquetes de vez en cuando, ahora ni eso… Contésteme Padre, por qué me eligió a mi, ¿No se fiaba de Cuco? ¿Quería preservar a Xosé? ¿Era más importante no implicar al atleta de la familia que al universitario y por ello Robustiano estuvo al margen? Le confieso que voy perdiendo la fe en la familia y me desespera que aquí ya sólo me hablen de Cuco. Temo que haya acabado con los demás y hasta que me mande un sicario a buscarme aquí dentro. Pero contésteme, disipe mis temores y dígame ¿Por qué yo?


Publicado por Joaquín Echeverría Alonso

Ingeniero de minas . Aficionado a contar historias más o menos reales.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: