Recuerda

caricatura de Pedro Sánchez

ADOLFO GARCINUÑO GIL

Querido lector, el sanchismo está en horas bajas. La alarma sonó la noche del 4 M cuando parte de la ciudadanía española contestó a un hombre que afirmaba que, en España, las cosan iban bien cuando había muertos por centenares. La ciudadanía, con su voto en las urnas, contestó a un hombre que, para alcanzar el poder, cruzó la delgada línea roja de la dignidad.

Con la llegada de Sánchez al poder, surgió una nueva forma de gobernar: el sanchismo. Para gobernar es necesario tener algo más que proyectos políticos. En el Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, se defiende que cualquier fin justifica los medios; métodos engañosos o crueles son necesarios para conseguir aquello que persigues.

Sánchez, con el fin de alcanzar el poder, descubrió que la única vía para lograrlo era pactar con quien tuviese que pactar, al precio que fuera. Un abrazo con un hombre descreído de la democracia que representaba. Un abrazo con quienes perpetraron un asalto a la democracia desde dentro. Un abrazo con el brazo político de una banda terrorista. El poder en un abrazo.

Recuerda: si el poder se antoja caro, su precio aún es más elevado. Recuerda que tu poder dependerá de un partido que decide su estrategia en la cárcel; recuerda que hay gente que seguirá siendo extranjera en su tierra. Recuerda que tu poder valdrá el olvido de un secuestro o del sonido de una pistola o del estruendo de una explosión; detrás de cada secuestro, de cada bala, de cada explosión hay una persona, una familia, una ilusión. Recuerda los ongui etorri a terroristas que mataron en nombre de un proyecto totalitario. En democracia no todo vale, recuérdalo.

Sánchez, cuando España está asolada por el caos, se coloca sus relucientes gafas, sube las escalinatas del avión y cuando éste está a una altura considerable, se escucha desde abajo: ‘aquí os dejo, ya cuando llegue será otro día’. Un gobierno que no gobierna, sin plan económico ni político, equivale a una huida sin hoja de ruta. Una huida hacia adelante.

El sanchismo son cantos de sirena, siempre tentadores. Tápense los oídos con cera o pidan que le aten al mástil del barco –Odisea–. El sanchismo son octavillas populistas tiradas desde una camioneta cuyos ejes tienden a desviarse a la senda odiosa de las dos Españas.

La alternativa a esta deriva populista se encuentra en la gestión y en la actitud de sus rivales. Se encuentra en la comodidad de la verdad y no en la pesadez de la mentira.

Pd; recuerda el sanchismo pasará y la Historia lo tendrá que recordar de alguna manera.


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