LA OPORTUNIDAD

LA OPORTUNIDAD ~Recuerdos de niñez~

JOAQUÍN ECHEVERRÍA ALONSO

Estoy en la Oficina del Paro, acariciando el trozo de metralla y pensando en mi abuelo. Esta chatarra me lo recuerda porque en la Guerra se la extrajeron de la cadera. De pronto recuerdo a JJ, cuando antes de ayer me recibía detrás del escritorio, a sus espaldas lo llamamos “Pepín Picardíes”. Yo pensaba ese día que por fin tenía la oportunidad de exponerle mis proyectos y mis realizaciones. Al entrar en su despacho apreté el trozo de metal rugoso, la metralla, casi llegó a hacerme daño en la palma, era una sensación familiar. Lo había hecho tantas veces… cada vez que tenía un problema me aferraba al trozo de metralla y pensaba ¿Qué hubiera hecho mi abuelo en tal circunstancia?

Llevaba tiempo teniendo problemas en el trabajo, aunque los resultados eran valorados como buenos… en realidad nadie se metía en mi trabajo habitual. Pero yo juzgaba que los politiqueos me impedían acceder al cambio de trabajo que deseaba. Aquellos mal nacidos preferían que siguiera dando vueltas a la noria, como si fuera un asno y cercenaban toda posibilidad de cambio. Hasta ese día yo no había tenido la posibilidad de acceder en solitario a JJ, que era el jefe supremo de la organización, para hablarle de mis inquietudes.

-Hola Guillermo ¿Cómo estás? Me han dicho que querías verme y ya sabes que se te estima, que eres un puntal de confianza en tu área de competencia.

-Hola Pepe-, le contesté y comencé abruptamente con mis asuntos.

-En realidad ya sabrás que hace tiempo que quiero hablar contigo. Supongo que conoces que he acometido una nueva línea de producto que ha tenido cierto éxito, aunque al limitarme los recursos para esta línea se ha defraudado al Mercado y lo que hubiera sido una campanada fue una línea insignificante en la rúbrica de resultados de La Casa.

-Algo sabia de tus inquietudes-, me dijo. No supe si creerlo o si Pepín Picardíes, como lo llamábamos, me estaba dando una larga cambiada.

Insistí en la descripción de mi proyecto, le conté con detalle las peculiaridades del producto y me pareció que se aburría. Me empezó a doler la mano derecha y me percaté que apretaba la metralla de tal modo que me estaba haciendo papilla la piel de la palma.

Me vino a la cabeza el recuerdo de mi abuelo, de las cartas que enviaba a su familia desde Marruecos en la guerra. También en el Consejo de Guerra al que lo sometieron después de que acabara por exponer sus críticas. Me calenté y hable sin ninguna consideración.

-Pepe, hay que reaccionar, nuestra organización está copada por personitas pequeñitas, que tienen miedo a todo, llenos de miedos, sin valor para acometer la más mínima aventura y de hecho conmigo están cómodos con lo que desarrollo, me tienen dando vueltas a una noria como si fuera un asno y no un pura sangre.

 -Creen que me pueden sujetar por la confianza que me tienen, pero a mi esto no me satisface y además estamos perdiendo las grandes oportunidades que te estoy contando.

JJ abrió los ojos y no dijo nada, adelantó su cara hacía mí, mostrando atención. 

Me embalé y le dije: 

-Estás situando en puestos clave a personas mediocres que están todo el tiempo temerosos. Me recuerdan a las frases de película. Ya sabes, para dar dramatismo en un frente de batalla, se usan frases como: “se masca el silencio”, “está demasiado tranquilo”. ¡Pues claro! No pasa nada cuando no pasa nada. La tranquilidad no es una amenaza, solamente es que hay un vacío que debemos aprovechar, en terminología militar ese defecto de estrategas incompetentes se llama: “El horror al vacío”. 

La metralla estaba absolutamente sudada, húmeda, me dolía la mano. Seguí:

 -Luego está “La atracción del fuego”, la segunda tara del inútil hablando en esa terminología. Todos tus colaboradores sin excepción están imbricados en querer participar en todo aquello que apunta hacia un éxito y así no hay modo de trabajar, es como si el Madrid jugara como un equipo de niños, todos detrás de la pelota, corriendo como locos. En términos militares, es como si una vez rotas las líneas enemigas, en vez de avanzar y embolsar los puntos de resistencia, para machacarlos una vez aislados, nos empeñáramos en no avanzar y dedicar nuestros recursos solamente a responder a ese fuego perdiendo la oportunidad de avanzar en la guerra-.

Real Madrid antiguo

No sé que pensaba JJ, yo no era capaz de prestarle atención.

Seguí excitado, fuera de mi, me acordé de mi abuelo, pero el aviso no me sirvió para nada. -Pepe, por último está “La explotación del éxito”. No la hacemos, es como si un ejército que rompe las líneas enemigas y no consolida posiciones, no apresa a los enemigos y sus armas y al final termina la batalla como si no hubiera ocurrido nada. Dejando a su enemigo intacto, que recupere sus posiciones y organice sus líneas-.

La conversación prosiguió más fluida. JJ me escuchaba, me preguntaba y tomaba notas, pensé que esta vez estaba triunfando y que me dejaría desarrollarme profesionalmente en la casa. Al salir de la reunión pensé: “Bueno abuelo, a ti por tus opiniones te sometieron a un Consejo de Guerra, a mí con tu metralla como talismán me van a dar una oportunidad”.

Pasados dos días, en la cola del Paro pensé: -Qué suerte vivir en los días de hoy y no en los años veinte y más aun no ser militar. Pero bueno, como decía el abuelo, “todo ocurre para bien, si uno sabe interpretarlo”, así que consideré: “ésta es la oportunidad de librarme de la noria y comenzar a desarrollar una carrera profesional fructífera sin la interferencia de tanto mediocre”.


Publicado por Joaquín Echeverría Alonso

Ingeniero de minas . Aficionado a contar historias más o menos reales.

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