Estarás leyendo estás líneas y pensarás “¿qué narices me va a contar este tío de Nadal que yo no sepa?”, pues bien, tienes razón, no te voy a explicar nada nuevo de Don Rafael Nadal Parera.
Simplemente me apetece recordar y agradecer su existencia. Así de fácil. Por si todavía queda alguna persona en España que no se haya enterado de lo que ocurrió el domingo, yo se lo recuerdo, no hay problema: Rafael Nadal volvió a ganar un título, el 62º en tierra y el 10º en Roma, y en el otro lado estaba Djokovic. Y sí, estamos en el año 2021.
Desde hace ya muchos años no encontramos adjetivos para describir lo que ha hecho, hace y seguirá haciendo el jugador balear. Tiene 34 años, decenas de lesiones a sus espaldas, ha conseguido todos los títulos que se pueden conseguir y el tío lucha como si tuviera 20 y acabara de ganar su primer Challenger.
La tierra batida es para Nadal lo que la Champions para el Real Madrid, lo que para Westbrook es un triple doble, para Curry un triple y para Messi un balón; una relación de amor de las más increíbles de la historia del deporte. El tiempo se para cuando Rafael Nadal entra a una pista de arcilla. Nadal saluda al público, deja sus raquetas, coloca con mimo sus toallas, bebe un sorbo de agua y se dispone a pasar por encima de su rival. Solo queda resignarte y aplaudir.
Nadal no tropieza dos veces en la misma piedra
Aun así, el español, en esta gira de tierra ha perdido partidos. Sí, ha perdido en arcilla, hasta ese punto de exigencia hemos llegado con él. Perdió en cuartos de Montecarlo tras varias semanas de inactividad (campeón 10 veces), ganó su 12º Conde de Godó pese a un comienzo de torneo dubitativo en el que doblegó al griego Tsitsipas en una final memorable y en Madrid, Zverev le eliminó en cuartos en una pista que favorece al alemán.
Sin embargo, Nadal es el ser humano perfecto, no cae dos veces en la misma piedra. Tras perder contra Zverev en Madrid se lo encontró en los cuartos de Roma una semana después y le dijo “otra vez no, amigo”. Luego se encontró a Opelka, un cañonero que sacaba a 230 km/h pero que no consiguió ni toserle. Y claro, Djokovic en la final era un escollo muy importante, pero y qué. Incluso el propio Novak sabe que es una gesta ganarle en tierra.
Así es Nadal, una persona con una mentalidad envidiable y digna de estudio. Siempre me pregunto, ¿que narices tiene Nadal en la cabeza?, en serio, pensádlo. ¿Cómo es posible que un tío sea siempre tan positivo y ni pese a ir perdiendo 6-3, 3-0 (terminó ganando a Shapovalov) deje de luchar? Pues no lo sé, nadie lo sabe. Pero igual que Dios no se equivocó en la creación, Nadal no se equivoca en tierra, no puedes decirle esto está mal, mejora esto, mira aquello, no!, no!, no! “¿cómo osas, cómo osamos dudar de Rafael en tierra batida?”.
Mirad, sé que habréis leído estas cosas millones de veces pero solo quiero que conozcáis un par de datos sobre este ‘dios terrícola’. Cortesía de la cuenta de twitter ‘OnlyRogerCanFly’: Nadal ha ganado 62 títulos en tierra de 106 disputados, acumula 459 victorias sobre arcilla en 501 partidos disputados y nunca ha perdido dos partidos consecutivos sobre arcilla, ¡nunca! Ahí va otro, nadie nunca jamás ha ganado 10 veces como mínimo 4 títulos diferentes, pues sujetádle el cubata a Nadal: 13º Roland Garros, 12º Conde de Godó, 11º M.1000 Montecarlo y 10º M.1000 Roma.
Y sí, en una semana empieza Roland Garros. Yo no digo nada. Igual que Dios en el cielo, Nadal en la tierra, amigos.
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