Séneca, Alighieri, Joyce, Pasteur, Galilei, Lorca, Dalí, Borges, Hipócrates, Dumas y un largo etcétera de célebres personajes dejaron constancia de encontrar la inspiración tras probar un buen vino. Su historia como no puede ser de otra forma, se encuentra fuertemente ligada a la del hombre desde hace muchos siglos. Dejando estos constancia de sus impresiones y acercándolo a la categoría de lo místico. Pero, ¿saben ustedes hasta dónde se remonta su historia? Y, ¿por qué se encuentra íntimamente ligado a nuestra península ibérica?
Podemos definir al vino como bebida alcohólica que se hace del zumo de las uvas exprimido y fermentado naturalmente. Su origen se encuentra íntimamente unido a la sedentarización del hombre, y la mayoría de teorías apuntan a una accidental fermentación de granos de uvas de una vid silvestre.
De las primeras referencias que nos dejan constancia de la existencia del vino se remonta e incluye en el Génesis del Antiguo Testamento: “Noé comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña; bebió el vino y se embriagó” En este texto, aparece citado 200 veces más.
Esta cita refleja que es una bebida alcohólica y por tanto, un narcótico del que se debe hacer un uso razonable y responsable. Los primeros textos ya reflejan su poder que produce la expresión sincera de sentimientos, que lo han convertido en una mercancía preciada por diferentes culturas a lo largo de la historia.
Evidencias arqueológicas recientes sitúan los primeros cultivos en la edad de Bronce, en lugares cercanos a Oriente próximo y Egipto alrededor del sexto milenio a.C. Su planta posee grandes propiedades adaptativas a diversos climas y superficies, pero sin duda los terrenos próximos al mediterráneo han acogido y producido las mejores cosechas.
Esta cultura vitivinícola mediterránea se encontraba perfectamente arraigada desde el principio en la península ibérica, donde su agricultura definió fuertemente la cultura de sus pueblos, y conformó una identidad particular expresada de una forma natural en la vida cotidiana de sus gentes. Bajo esta perspectiva podemos afirmar que en multitud de zonas de la península el vino ha sido algo más que una simple actividad económica, se encuentra como un rasgo descriptivo de los propios habitantes peninsulares.
Si la cultura, como ya señalaba el antropólogo inglés Edward B. Tylor, es un vehículo para el estudio del pensamiento y de las acciones del hombre, la investigación y el conocimiento sobre el universo del vino no puede obviarse al abordarse la idiosincrasia del Español. Conocer para comprender y comprender para evolucionar, rasgos indispensables para la supervivencia humana. Saber de dónde venimos para trazar el camino hacia donde queremos ir.
“Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra”
Miguel de Cervantes
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