Fue posible

Adolfo Suárez Fue posible

ADOLFO GARCINUÑO GIL

Secretario General del Movimiento que llegó a ser presidente del Gobierno. Amnistía, legalización de partidos políticos, elecciones libres, reforma total del Estado, reconciliación. Era un lenguaje histórico en España tras 48 años –5 años de caótica República, 3 años de Guerra Civil y 40 años de Dictadura– un tanto revueltos.

Hijo y nieto de republicanos, aquel abulense vio al rey Don Juan Carlos I como la clave de bóveda del acuerdo entre españoles. Juan Carlos de Borbón fue la clave en la llegada de la Democracia a nuestro país, sin su trabajo España no habría asombrado al mundo. 

Adolfo Suárez era un hombre joven que no había hecho la guerra ni escrito ningún libro ni estaba en ningún círculo de poder de la época. Nada más sentarse en el despacho tuvo el desafío de superar la división existente entre los demócratas: partidarios de la Democracia a través de un proceso de reforma; y los defensores de la ruptura que creían que un régimen autoritario no podía reformase, era necesario destruirlo. Los defensores de la continuidad del régimen no se tomaban en consideración, solo eran controlados con el objetivo de que no torpedearan el proceso.

Suárez tuvo que construir todo desde cero, aportó a nuestra historia la satisfacción del consenso, fue un gran servidor de España y no fue siempre fue entendido; tomó las decisiones que tenía que tomar. “Reformar la casa sin que deje de funcionar la luz ni falte el agua en las cañerías”. “Vamos a asombrar al mundo”. Eso fue la Transición.

La Ley para la Reforma Política puso fin a las Leyes Fundamentales del franquismo. La “Octava Ley” dejó sin efecto las siete anteriores y abrió paso hacia las elecciones libres. El 18/11/1976 España presencia cómo las Cortes Franquistas se hacen el harakiri. Los “Pactos de la Moncloa”, en 1977, fue un programa de gobierno con la peculiaridad de que fue suscrito por todas las fuerzas políticas y sociales: todos los partidos políticos representados en el Congreso fueron llamados para debatir abiertamente soluciones a la grave situación económica que atravesaba España. Dichos pactos pasaron a la Historia como un ejemplo de consenso y generosidad. Un año más tarde, con la redacción, bajo la dirección y cuidado de Adolfo Suárez,  de la Constitución y su aprobación en referéndum el 6 de diciembre de 1978, quedó finalizado el proceso transitorio. De esta manera se establecieron las reglas del nuevo juego político. 

Debemos resaltar una de las grandes contradicciones de la Transición: el hombre que había defendido en las Cortes Franquistas la legalización de los partidos políticos; el hombre que había arriesgado tanto porque todos los partidos pudieran concurrir a las elecciones; ese hombre no tenía partido propio. UCD fue un invento de última hora para que Adolfo Suárez pudiera concurrir a las primeras elecciones de la Democracia con un partido.

Unión de Centro Democrática, más que un partido, era una fuerza política provisional engrandecida por la figura de Suárez. Ese partido era una empresa con un objetivo social: hacer la Transición. Una vez alcanzado ese objetivo tenía que disolverse: UCD fue apreciada; ensalzada y después no respaldada.

Por desgracia Suárez tuvo que lidiar con todos los terrorismos posibles, excepto el islamista: extrema derecha; extrema izquierda: ETA y GRAPO. Tanto el terrorismo de la extrema derecha y el de ETA tenían un único objetivo: empujar al desentendimiento político del que España era protagonista, forzando, de esta manera, la pérdida del objetivo común. A diferencia de los GRAPO que no nacieron para ayudar a la Democracia ni empujar la ruptura: ya que su razón de ser se basaba en la desestabilización.

Uno de los ingredientes que hizo posible el éxito de la Transición fue el factor miedo: miedo a repetir la Historia y miedo a que el golpismo tradicional de España reapareciese con sus costumbres. La amenaza de un Golpe de Estado fue el factor decisivo para que triunfara la reforma sobre la ruptura.

Hoy gracias al trabajo de tantos protagonistas, con Suárez a la cabeza, no se puede hablar de la Transición política –“ir a la ley a través de la ley”–, de la Democracia española, de vencedores ni de vencidos. “No hay vértigo Adolfo, no puedes permitirte el lujo de sentir vértigo”. “Soy capaz de hacerlo, claro que soy capaz de hacerlo”. Fue posible.

Un relato inspirado en el libro “Puedo prometer y prometo. Mis años con Adolfo Suárez”, de Fernando Onega.


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