Qué bien le viene al cuerpo el hecho de conocer gente nueva, ¿verdad? Así nos sentimos todos. Incluso el que carece de intención de hacer amigos gusta verse rodeado de quienes respetan su espacio. Resulta que el otro día anduve con compañeros de lo que actualmente estoy estudiando (lo guardaré para mis adentros, aunque puedo decirles que no se trata de estudios comunes) y nos lo pasamos estupendamente. Les cuento en detalle.
A eso de las 20:00 salimos todos en busca y captura de la mesa ideal para tomarnos unas cervezas, la clase había sido pesada. El profesor es estupendo, pero la materia es densa. Íbamos por Moratalaz, más concretamente Avda. de Vinateros, podíamos parecer perfectamente universitarios que salían de excursión nocturna.
Tras una larga caminata, ya algunos casi desesperanzados porque se prometió mayor cercanía respecto al lugar de partida (parecía más una improvisación que estar yendo a un destino en concreto), llegamos a una zona de bares y procedimos a tomar asiento y pedir bebida mientras que risas y conversaciones hacían de banda sonora.
A mi izquierda se sentaron unas chicas muy agradables e interesantes, hablamos acerca del tema que nos une a todos e intercambiamos opiniones. A mi derecha aquellos con los que guardo mayor relación, igualmente agradables y efusivos en sus respectivas conversaciones. Sin quererlo, estaba compartiendo presidencia con una compañera con la que no tuve oportunidad de hablar, ya la habrá.
El tiempo corría y el alcohol comenzaba a surtir efecto en más de uno, yo dejé esa práctica hace tiempo y es que las resacas no me gustaron nunca, todo eran risas y buen rollo y así continuó siendo. A eso de las 21:00 algunos decidieron emprender la vuelta a sus hogares puesto que viven a las afueras. Como es habitual en estos casos, entre risas, pitos y flautas, tratamos de convencerles de que cayese otra más: misión imposible.
Seguían avanzando las agujas sin piedad y ya, en algunas cabecitas, rondaba la idea de qué hacer después: la última y a casa o pensar en otro sitio, pero con un carácter más profundo (ya me entienden, ¡oigan! Tampoco sean excesivamente creativos…). Decidimos entre todos los que quedábamos en mi mesa juntarnos a otro grupo (lleno de compañeras) y charlar, un simpático hizo de avanzadilla minutos antes. Esto como paso previo a la acción.
No duramos mucho junto a las compañeras tras el cambio de mesa, quedaban pocos y la conversación se repartía en pequeños grupos. Ello nos animó, a los que decidimos irnos a mover el cuerpo, a emprender viaje con el objetivo fijado: encontrar un pub decente para pasarlo bien. No tardamos en elegir, el sitio estaba a nuestras espaldas.
Recién llegados a nuestro objetivo, copa en mano y ganas de pasarlo bien (que ya vendrán mal dadas), las risas y el acento andaluz caracterizaron una perfecta sintonía grupal. Según iba sonando la música y la gente llegando, pensaba en lo curiosa que es la vida y los caminos que nos obliga a atravesar, en este caso uno muy agradable y, en principio, con premio: la amistad.
Congeniamos estupendamente, una noche de locura y no precisamente motivada por elementos lúdicos más o menos perjudiciales, sino porque éramos nosotros mismos: bailando, riendo, conociéndonos…qué sensación tan increíble, ¿cierto? Haciendo un breve paréntesis, entiendo que puede parecer ésta, una escena cotidiana, bien pues si les digo que no conocía de nada al 90% del grupo y que, al final del día me iría con uno conocido y 4 por conocer a un pub a bailar y reír, ¿no les parece maravilloso? ¿No creen que la arbitrariedad de las circunstancias es absolutamente atractiva? Al menos en este caso, por supuesto.
¿Y qué más contarles? Fue estupendo el resto de la experiencia, a las 3:00 partimos de vuelta a casa, con un sabor exquisito tras lo vivido. Y yo, francamente, brindo por todo esto, brindo por las posibilidades que se abren de tanto en tanto, de estos regalos que nos hace la vida sin haberlos pedido ni imaginado. Y sí, toda esta prosa al más puro estilo novelesco, con cutres tintes de suspense, es para decirles (mis estimados) que brindo y brindaré por las nuevas amistades.
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