Una realidad llena de lobos

KAY

Lo que vengo a contarles en esta ocasión no es más que el escaparate de la vida misma en el mercado laboral y en diferentes circunstancias vitales de mayor o menor envergadura. De hecho, muchos de ustedes lo habrán vivido, padecido o…sido la batuta que marca los compases de esta cuestión.

Yo he sido, casi siempre, un individuo que ha partido de la amabilidad y llevaba consigo la honorable intención de hacer sentir bien al mundo. Y resulta que el mundo está lleno de lobos hambrientos, pero eso me ha costado verlo. Soy muy joven, que no un crío, por ello me tranquiliza la idea de saber que me queda terreno de prácticas por recorrer. Hoy ha sido un día en el que, tras idas y venidas laborales y no laborales, he caído en lo que caen muchos y otros no: hay que comportarse como un lobo, que no serlo.

“O sea que vas a ser tan miserable como aquellos que pisan a otros y su trabajo para alcanzar tus metas”, pues no estimados. A continuación, les explico con mayor detalle a lo que me refiero. Un lobo es un trepa, al menos así quiero que lo sea en esta explicación (reprogramen sus mentes durante unos minutos, dejen de leer para entender si es que lo necesitan), y un trepa se come todo y a todos para alcanzar sus metas, carece de humildad y sensibilidad para razonar lo que sus vergüenzas causan en el compañero, hermano, primo… Y es por esto por lo que digo que no hay que ser un lobo, sino comportarse como un lobo, explico más. 

Alguien que hace gilipolleces es un gilipollas, alguien que fuma es un fumador, alguien que pone los cuernos es un miserable, alguien que cumple con la doctrina cristiana es un cristiano. Visto esto llegamos inmediatamente a un aspecto que resulta, como extensión, de lo anterior. Nosotros (quienes quieran sobrevivir en esta realidad llena de lobos) no vamos a abrazar el tronco, tan sólo palparemos sus ramas. Es en las ramas donde está el truco: adoptar ciertos comportamientos como un lobo, pero no serlo.

Es decir, ser justos, pero con picaresca. No pisar a nadie, pero no dejar que me pisen (con lo que pueda conllevar). Recuerden algo siempre: primero yo, después yo y, tras ello…yo. Durante el proceso anterior atenderemos a necesidades ajenas que puedan ser de importancia para el prójimo.

Esperando que hayan entendido mi explicación, cambio de tercio, pero no de tema. En el mercado laboral se vive el típico: “último tonto” (el dicho oficial no es este, pero ya saben cómo está el patio) y a mí me ha costado darme cuenta, aunque siempre tuve ese olfato que me advertía de que, a veces, uno se está aproximando al fango, aunque en el escaparate todo luzca como en el mejor de los palacios. 

Por ello, no sean inocentes y coman de la mano del primero que se la ofrezca. Acepten un trocito puesto que no hay que ser desagradables, pero tampoco se excedan, por dos motivos: en el caso de ser un acto honesto y sincero, por educación; y en el caso de ser un lobo, por supervivencia.

Aquellos que me han acompañado hasta aquí por exceso de caridad, humildad o simpatía (dado que es un tema muy conocido y esto es llover sobre mojado), he decirles que no es nada nuevo todo esto. Pero oigan, ¿a que siguen fallando? Pues eso, que a todos nos gusta gustar y, ante la simpatía del falso…nos cuesta sacar pecho y mostrar firmeza.

Me gustaría, entonces, que entiendan que esto es un recordatorio para unos y un humilde intento de enseñanza para otros. No sean lobos, tan sólo adopten su estilo (cuando se requiera) para no ser presa, que lo malo se pega con pasmosa facilidad en esta; una realidad llena de lobos.


Ante la oscura falsedad: España y la historia épica de la vacunación mundial

JOSÉ MARÍA AIGUABELLA AÍSA

La Corona española se ocupó, desde el siglo XVI, del bienestar social en América. Construyó hospitales de niños, maternidad, enfermos mentales y contagiosos. Se reguló el control de la cualificación del personal sanitario. Felipe II estableció una cátedra de medicina en la universidad de Méjico. Posteriormente se establecieron cátedras de medicina en Lima y en Bogotá. La acción de España en América se extendió a todos los aspectos como el urbanismo, vías de comunicación, enseñanza, legislación, sanidad. 

La viruela era una enfermedad contagiosa que causaba gran mortandad, que no fue erradicada hasta 1980. La vacuna fue descubierta por el médico inglés Edward Jenner (1749-1823), quien publicó sus estudios sobre la vacuna en 1798. Su trascendental descubrimiento fue recibido en su país con indiferencia, cuando no con desprecio. En España la primera vacuna se inoculó en 1800. El primer lugar donde se hizo obligatoria la vacuna contra la viruela fue el Reino de las Dos Sicilias en 1821; Inglaterra impuso la obligación en 1853.   

La Corona española organizó y sufragó la primera campaña de vacunación mundial contra la viruela en 1803 con la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. La expedición fue dirigida por el médico Xavier Balmis Berenguer, acompañado por su colega José Salvany Leopart. Trasladar la vacuna hasta América, sin poder contar con cámaras frigoríficas, obligó a Balmis a ingeniar un sistema original, que consistía en transportarla en cuerpos humanos. Los niños de corta edad resultaban ser los idóneos, dado que la vacuna prendía más fácilmente en ellos. Así, seleccionó a veintidós niños huérfanos, que no habían pasado la enfermedad para transportar la vacuna. Operativamente se estableció el siguiente protocolo:

  • Se impregnaba una lanceta en el fluido viral.
  • Se practicaba una incisión en el hombro del niño.
  • A los diez días aparecían los granos vacuníferos que segregaban el fluido antes de secarse.
  • Entonces se traspasaba la vacuna a otro niño.
  • Como precaución Balmis, vacunaba a dos niños cada vez para asegurarse de que la cadena humana no se rompiese.

También se incorporó a la expedición Isabel Zendal Gómez, rectora de la casa de huérfanos de la Coruña, cuyo hijo también se sumó a la misión. Su trabajo consistía en ocuparse del bienestar de los niños en los aspectos cotidianos. 

El 30 de noviembre de 1803, zarpó la corbeta María Pita del puerto de la Coruña. Primero se detuvo en Tenerife, donde llevó a cabo la vacunación de su población. El 6 de enero partieron hacia Puerto Rico, a donde arribaron el 10 de febrero. Entre 1804 y 1814 la vacuna se extendió por: Puerto Rico, Venezuela, Cuba, Méjico, Colombia, Chile, Texas, Filipinas, Cantón (China), colonias portuguesas e incluso establecimientos ingleses. Hechos y realizaciones de la historia de España como este se han ocultado, sometidos a la ley del silencio en los libros de texto, producciones cinematográficas -salvo una excepción-, documentales, mientras que se reproducen, acríticamente, los tópicos de la leyenda negra. No existe un registro detallado de la expedición, porque el diario que guardaba Balmis desapareció durante el saqueo de su casa en Madrid cometido por las tropas francesas. Según el tópico, los españoles que difundieron la vacuna son los incultos y atrasados, mientras que los franceses que invadieron España, mataron, destruyeron, robaron y hasta destruyeron el diario de Balmis mantienen la fama de haber sido abanderados del progreso y la razón. España ‹‹difundió y universalizó el método profiláctico››. Una más de sus aportaciones que dieron forma al mundo. (P.F. BARBADILLO, Historia del Imperio Español, p. 333)

 ‹‹No me imagino que los anales de la historia contengan un ejemplo de filantropía tan noble y tan extenso  como este›

Jenner, descubridor de la vacuna, tras el éxito de la expedición.

«El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera»

Alexander Pope

Mi madre

JOAQUÍN ECHEVERRÍA ALONSO

Mis primeros recuerdos son andaluces, aunque yo nací en Galicia, en Foz de Lugo. 

Mi madre, se llamaba Adosinda, lo llenaba todo, me hablaba de sus padres y de su hermana María. Recuerdo como describía su casa, la de sus padres en Cabo Busto, o como decía como eran las grandes planicies sobre el mar. Cómo describía, ¡con tanto amor!, que en las pequeñas bahías se formaban pedregales en los pies de los acantilados, luego conocí que eran de pizarras y areniscas y cuando las bahías eran más grandes había playas con arena, pero este recuerdo ya está reforzado por mis vivencias, por lo que no sé diferenciar lo que contaba mi madre de lo que conocí en mis correrías con Paco, después de que ella falleciera.

No sabía yo entonces como iba a disfrutar de esos paisajes y esas bajadas al mar desde el cabo Vidio, mariscando en los pedreros con Paco, mi hermano pequeño, tan alegre, siempre pendiente de él, de sus ocurrencias de sus travesuras.

Mi padre se llamaba Bernardo, que era el menor entre cinco hermanos varones, os cuento eso por que resulte más cercano a los posibles lectores y conocer mejor sus historias.

La labor del Cuerpo de Carabineros era, como ya he dicho, en una buena parte la represión del tráfico del tabaco, con lo que perseguían el cultivo tanto como el desembarco.

Nos contó mi madre que en cierta ocasión, supongo por el año 1.875, una partida de carabineros fue a arrancar unas plantas de tabaco a la aldea de Busto, que como sabréis está a unos kilómetros de Soto de Luiña. Bernardo, mi padre, recién incorporado al servicio con dieciséis años, iba en la partida y eso propició que se conocieran mis padres.

Casi cincuenta años después Bernardo, ya viejo, contaba esta anécdota a mi mujer en la galería de mi casa, que me la refirió a mí, no sin alegría y algo de sorna.

Las plantas de tabaco que iban a arrancar los carabineros, estaban en la huerta de una casa. Los carabineros sabían que el campesino al que se le arrancaba el tabaco era tísico, en esas tierras todos se conocían, no existía intimidad en el mundo rural. La tuberculosis era una enfermedad muy temida por esas fechas. Cuando llegaron a la casa plantearon la reclamación a la esposa del tísico y cuando estaban en la labor de arrancar las plantas, se asomó a la ventana el propietario y les gritaba que se fueran y los amenazaba diciendo: –Lladries, que os escupo-. En su jerga los estaba llamando ladrones.

El enfermo usaba su única arma para defenderse del expolio de sus plantas pensando que su saliva era temible por el miedo de contagiarse y que les transmitiera la enfermedad.

En aquella ocasión Bernardo conoció y consiguió la atención de una jovencita de la aldea, se llamaba Adosinda, debo advertiros ya, que esta joven, mi madre, es el modelo de mujer de la familia. Ella era de una casa de labor, no del todo mal dotada en tierras. Además el padre de Adosinda, hombre trabajador, conducía la hacienda con una economía saneada. En la casa había dos hijas, Adosinda, la mayor, y María. Bernardo comenzó a frecuentar a Adosinda y era bien recibido en la casa. En aquellos tiempos un hombre con sueldo fijo resultaba muy valorado. Además ya sabéis lo guapos que somos los Echeverría, con nuestro porte de gitanos, aunque algunos vais perdiendo ese aspecto con la mezcla con otras étnias.

Nos contaba mi madre que en la aldea de Busto molestó que un joven viniera de otro lugar a buscar novia y más porque la familia de Adosinda era pudiente y además como todas las nuestras, era hermosa y muy solicitada. Bernardo se vio molestado y lo estaba pasando mal. Su hermano Andrés vio que Bernardo volvía cabizbajo de sus escapadas dominicales. Le preguntó por sus penas. Bernardo, que tenía dieciséis años, le contó que una cuadrilla de mozos de Busto lo molestaban cuando volvía de cortejar a su pretendida.

El domingo siguiente Bernardo se presentó en Busto con su hermano Andrés. Los mozos vieron llegar a los dos hermanos y no les dijeron nada. Andrés era descomunal y muy atravesado y determinado en sus acciones. Dado que no había problema, Andrés decidió crearlo él mismo y preguntó por el cabecilla de la panda que no se encontraba presente en las calles de la aldea. El sujeto en cuestión era de una edad parecida a la de Andrés, unos treinta y algún año.

Andrés descubrió dónde vivía, se presentó en su casa y lo llamó a voces, delante de su esposa y demás parentela le advirtió: que como en Busto volvieran a molestar a su hermano pequeño, volvería a pedirle cuentas a él precisamente y que suponía que allí sabían quién era él, pero que si no lo sabían, que él era Andrés Echeverría, e insistió que si ese nombre no le decía nada, le convenía averiguarlo a la carrera para evitar malos entendidos.

Todos conocían a Andrés, al menos de oídas, desde que aquellos mineros en la fiesta de San Martín habían llegado a fastidiar la fiesta patronal. Andrés los había echado a estacazos, usando la muleta del maestro del pueblo. Ese día –el de la fiesta mayor- hasta el cura tuvo que mediar para evitar más descalabros, interrumpiendo la misa y saliendo con ropas litúrgicas.

Bernardo siguió visitando a Adosinda en su casa. Allí descubrió un ambiente agradable y próspero. Los abuelos maternos de Adosinda eran hacendados de una cierta posición para la aldea en la que vivían, con parientes bien situados en la capital. Joaquín Menéndez, el padre de Adosinda había sido criado de la casa, recogido allí desde niño y lo habían apreciado tanto que lo habían casado con una hija, y este matrimonio era el que continuaba la tenencia de la explotación agrícola. Para dar idea de la prosperidad de la casa de los Agüera diré que el campo era cultivado por criados y las mujeres de la casa no participaban en tareas agrícolas. Joaquín sin embargo sí continuaba con su trabajo de labrador, pero aunque sus suegros seguían viviendo, era él quien llevaba las riendas de la explotación. 

Ya sabréis que en el occidente de Asturias al menos en la costa los campesinos solían dejar la tenencia a uno de los hijos al resto los preparaban con un oficio y las familias que tenían relaciones en la corte le buscaban a sus hijos, si era posible, un sustento cerca de sus parientes capitalinos, para lo que era necesario darles una preparación adecuada, vía La Iglesia o los estudios del tipo que fueran.


Milana

GALLEGO Y REY. EL MUNDO (21/09/2021)

ADOLFO GARCINUÑO GIL

Las cuentas chinas con las que el Ejecutivo, el más grande en la Historia de la Democracia, juega con la factura de la luz van a hacer que terminemos con las faldillas y el brasero viendo cómo, dieciséis de los veintidós ministros que lo forman, se ausentan en la sesión de control en el Congreso de los Diputados, o cómo el Gobierno se sienta de nuevo, una vez más –las veces que hagan falta–, en la mesa de diálogo con el separatismo catalán –y vasco–, su principio y su fin.

Una mesa, un diálogo cuyo punto de partida es el desprecio a la Constitución. Un tira y afloja entre el Gobierno y la Generalitat, entre una parte que está dispuesta a todo: reverencia incluida ante la bandera autonómica catalana; y otra que no va a ceder ante nada: retirada de la bandera nacional antes de la declaración del presidente de la Generalitat.

Más que la mesa de diálogo es la mesa del abismo. Sánchez no para de coger a España y asomarla a la boca de un volcán, cuya lava arrasa con todo lo que se encuentra a su paso: la posición de un Estado que no garantiza la aplicación de sus reglas; las listas negras de los docentes que usen el castellano en las aulas universitarias catalanas; el precio de la luz; aquella crisis migratoria primaveral, que ha desembocado en la exministra de Exteriores dando explicaciones al juez. 

La mesa del abismo responde a los intereses de Sánchez para conservar el apoyo a sus presupuestos y mantenerse en el poder, y para ello le da igual que sus amigos revoltosos catalanes jueguen a la amnistía, intentando hacer ver que España es un Estado opresor, y a la autodeterminación, como si Cataluña fuese una colonia.

Los indultos concedidos este verano no fueron el final, sino el principio. En un intento forzoso por entender la razón de ser del separatismo, yo querría tener un aeropuerto amplio, con todo tipo de mejoras; cuantas más mejor. Desisto en el intento y solo llego a la conclusión que Cataluña está regida por chiflados, es la región española que más progreso ha dejado escapar, y ahora, para colmo, a la cabeza está un presidente apellidado Aragonés, de Aragón; una de las cunas de la Reconquista española, hacia el S XIII.

Al ser humano le atormenta tener un futuro incierto ante sí, porque no sabe cómo prepararse para lo venidero. El volcán, que despertó el domingo en La Palma, es la viva imagen de lo qué es un futuro incierto. Lo que está sucediendo en la isla canaria es que el fuego y el agua, por mucho que tengamos, son el rey y la reina de este tablero de ajedrez. Cuanto trabajo, cuantas ilusiones, cuanta vida sepultada bajo la lava. Cojan los álbumes de fotografías: mamá, papá, el hermano y la hermana. Cojan al pasado y acurrúquenlo fuerte, es el escudo del futuro.

Pd: no quiero que España acabe como Milana. 


El fracaso de la inteligencia artificial

IVÁN CANTERO

Este es un tema que me apetecía tratar desde hace mucho tiempo, pero la actualidad y la propia vida me lo habían impedido hasta ahora. Deformaciones profesionales aparte, lo cierto es que el Big data y el Machine Learning son disciplinas emparentadas de manera muy estrecha entre sí (los grandes volúmenes de datos no se recopilan sino es para inferir otros datos a partir de ellos usando alguna técnica de inteligencia artificial) y con las propias ciencias sociales, especialmente la política; y estoy convencido de que en ellas mismas tendrá su perdición.

Es justo empezar desgranando los conceptos básicos y poniendo de relevancia, pues mucha gente lo ignora, que la inteligencia artificial es un invento netamente español. Su origen se remonta más allá de lo que cualquiera podría imaginar, mucho antes de que los autómatas más o menos programables iniciasen la prehistoria de la propia computación: se trata de la Corona de Aragón en baja Edad Media, a caballo entre los siglos XIII y XIV, donde el célebre beato Ramón Llull construye su Ars Magna, ingenio capaz de combinar proposiciones teológicas y filosóficas representadas en piezas mecánicas, de modo que el mecanismo indicaba si éstas eran ciertas o falsas. Aunque el objeto de su trabajo sí tuvo impacto en el intelectualismo de la época, el mérito de su máquina pasó bastante desapercibido hasta que Leibniz trató en vano de construir (reconociendo basarse en el de Llull) un mecanismo similar de propósito general, capaz de demostrar la veracidad de cualquier predicado, tres siglos más tarde. De este modo, con su Ars Magna, Llull había implementado el primer sistema experto de la historia.

Explicado de manera simplificada, un sistema experto es un ingenio basado en reglas diseñadas por expertos de una determinada materia, que parte de unos predicados iniciales capaces de hacer cumplir las condiciones de algunas de esas reglas. Las reglas cumplidas, a su vez, generan como resultado nuevos predicados que pueden hacer cumplir reglas que antes no se habían disparado; de modo que, tras varias iteraciones, termina por no dispararse ya ninguna regla más y se obtienen finalmente los predicados resultado del cumplimiento de las últimas reglas disparadas. Así, los predicados de salida constituirían un resultado del razonamiento inteligente del sistema experto a partir de los predicados de entrada. Con su amplia variedad y matices, este tipo de sistemas eran los más comunes en el mundo de la inteligencia artificial hasta hace unos diez o quince años, cuando la madurez de Internet y la progresiva informatización de los procesos en grandes compañías permitió contar, por fin, con grandes cantidades de información digitalizada para poder empezar a utilizar de manera razonable otras técnicas más prometedoras y fascinantes: ciertos métodos estadísticos y, sobre todo, las redes de neuronas artificiales (que en los más recientes escaparates de la mercadotecnia se presenta como Deep Learning).

Las redes de neuronas artificiales o sistemas conexionistas pretenden ser emulaciones matemáticas del funcionamiento orgánico del cerebro, formadas por elementos de cálculo (neuronas), y las entradas/salidas en forma de valores para esos cálculos (sinapsis); que las conectan entre sí con la capacidad de aprender a hacer cosas como clasificar información o inferirla a partir de otra. Esta aparente taumaturgia científica ocupó, antes de ponerse de moda, el lugar que ahora tiene la física cuántica como ofuscadora de ceporros que, tras haber leído en diagonal un mal artículo de divulgación popular sobre el tema, creen tener respuesta para todos los enigmas del universo.

Aunque existen muchos modelos de redes neuronales con sus particularidades, la mayoría aprende con un entrenamiento, presentando al sistema con un conjunto grande de ejemplos a la entrada con el resultado esperado a la salida (en general, formados en ambos casos por un número importante de variables), de modo que su algoritmo de aprendizaje  trata de minimizar el error entre la salida obtenida en el momento actual por el sistema y la esperada que se presenta. Si el ejercicio tiene sentido (y luego volveremos sobre ello), tras el entrenamiento, el sistema será capaz de dar la salida esperada ante nuevas entradas con un error muy pequeño; resultando que una red neuronal no será nada más que una vulgar (aunque compleja) función de cálculo numérico multivariable. Aquí cabe añadir que, aunque los algoritmos y los modelos son muy posteriores, quien estableció el punto de partida definiendo la neurona formal con sentido físico y matemático que fundamenta las redes neuronales fue nuestro inefable Santiago Ramón y Cajal.

Tras esta breve introducción, quizás el lector profano se sienta un tanto decepcionado. Y le faltarán todavía menos razones cuando descubra que, antes de que se construyese la primera computadora, Kurt Gödel ya demostró que existen funciones matemáticas que no se pueden plasmar en un algoritmo… Estableciendo, sin saberlo, una severa limitación (al margen de la potencia de cálculo de la máquina en que se ejecute) para cualquier modelo de red neuronal, que por lo demás no llega a tener siquiera las capacidades de una máquina de Turing o representación formal de un programa de ordenador, frente a las capacidades del cerebro. Estamos, por tanto, muy lejos de la cacareada singularidad, término que los filósofos han propuesto para nombrar el evento tecnológico en el que la inteligencia artificial supere a la humana; y si algún día se alcanzase, sería mediante técnicas que no tendrán nada que ver con las actuales.

La inteligencia artificial tiene infinidad de usos concretos que prevalecerán en el tiempo, en forma de herramientas que simplifican tareas, u otras que ayudan a tomar decisiones… En definitiva, recursos que suben otro nivel de abstracción (no eliminan) la actividad en muchos puestos de trabajo con la promesa de aumentar la productividad, como ha ocurrido en todas las llamadas revoluciones industriales. Sin embargo, el motor que ha hecho expandirse rápidamente la adopción de científicos de datos en todas las empresas de cierto tamaño (amén de grandes inversiones en infraestructura computacional) ha sido el márquetin, como otrora había ocurrido con los comunity managers. Los mercadotécnicos, a los que en general se les hace demasiado caso para tomar decisiones empresariales, confiaban en que el machine learning les otorgase al fin una cierta base de tecnicismo a sus volátiles postulados, esto es, que lo suyo pasase a ser una ciencia respetable. Consiguieron convencer a sus directivos de que invertir en el cocinado del dato «aportaría valor», aunque no tuviesen demasiado claro cómo: quizás de los datos digitalizados pudiera extraerse una adaptación más personalizada a los gustos del cliente; o tal vez sirviesen para optimizar procesos y descubrir «nuevas oportunidades de negocio». Pero lo cierto es que los paganos de todo esto empiezan a despertar de su embrujo, con frecuencia sin ver grandes resultados; a veces porque su negocio no tiene siquiera datos suficientes como para extraer algo de ellos, y la mayoría por haber fantaseado con causalidades esotéricas entre la información disponible y la que se quiere inferir que las tercas matemáticas que entrenan las redes neuronales niegan si estas no existen. Después de todo, probablemente solo ciertos sectores muy concretos (dejando aparte los nativos digitales) dispongan de datos suficientes y significativos como para hacer cosas interesantes con ellos.

Otras veces el fracaso no es tan burdo y llega en la fase técnica, aunque se disponga de información valiosa para alimentar a cacharros inteligentes; con unas implicaciones más profundas. Reconozco que en la primera explosión de la era Big Data me ilusioné, pensando que la ingeniería informática recuperaba por fin su dignidad profesional: la complejidad técnica de lo que había entre manos garantizaba que tanto en la infraestructura como en la analítica no quedaría más remedio que contar con personal formado como Dios manda, en lugar de los habituales con un simple curso de programación… La siniestra razón por la que el Estado se ha negado siempre a establecer competencias exclusivas al colegio profesional: poder reciclar a cualquiera dentro del pozo sin fondo que parece ser el mundillo de la computación. Sin embargo, al poco tiempo también los profanos empezaron a hacer cursillitos porque empezaba a picarles la curiosidad sobre el tema; y al entender que la materia era inasequible sin una penosa curva de aprendizaje, entendieron que había que buscar alternativas para democratizar el uso de la inteligencia artificial entre usuarios no expertos. Entonces, lo que antes era virtuosismo de conservatorio pasó a ser el reguetón de la informática: llegaron ciertas aplicaciones y nuevos perfiles de científicos de datos que presumían de poder hacer machine learning calzado y vestido partiendo de información cruda, o lo que es lo mismo, analítica sin analizar. Al abrigo del abandono de los sistemas expertos, se extendió la superstición de que tan inteligentes eran las redes de neuronas por su capacidad de aprender que se podía prescindir también «de los expertos», es decir, aquellos que tenían el conocimiento técnico de la materia sobre la que versaban los datos. Si bien en la era conexionista ya no era necesario que los expertos trasladasen su conocimiento al sistema para que este pudiera tener un comportamiento inteligente, en realidad seguían siendo imprescindibles para ayudar a los científicos de datos a entender y trabajar la información de partida, de modo que el resultado o siquiera el planteamiento del problema a solucionar con una red neuronal tuviera sentido. Pero esta nueva generación de analistas (y usuarios empresariales ceporros) creía en las herramientas de inteligencia artificial de segunda generación como en una suerte de magia que, aunque no terminan de entender bien, es capaz de ahorrar el ridículo trabajo previo de entender la información que se maneja antes de trabajar con ella. Ustedes mismos se imaginarán el resultado.

Para finalizar, tenemos que añadir que, además de las circunstancias técnicas y empresariales, la inteligencia artificial recibe otra gran estocada que la relegará pronto a un segundo plano de la vida pública cuando no sea para mostrar algún gracioso vídeo de robot saltarín americano, chino o japonés. Cuando se utiliza de manera correcta, los sistemas inteligentes tienen el fastidioso hábito de ser objetiva; llegando a identificar, por ejemplo, aquellas variables que resultan influyentes en la ocurrencia de un hecho. Así, uno de estos sistemas se atrevió a significar que la concurrencia de personas de ciertas razas estaba relacionada con un mayor índice de algunos delitos en Estados Unidos; y otro se arrogaba capaz de reconocer la orientación sexual de un individuo a partir de sus rasgos faciales. Dicho de otro modo, los sistemas inteligentes van contra corriente, mostrando la realidad innegable en lugar de someterla al filtro previo de la dialéctica postmoderna, que define un concepto difuso y fluido de verdad que enamora a la mayoría de los políticos actuales. Naturalmente, estos resultados pueden ningunearse u ocultarse (de hecho, así se hace a menudo con conclusiones científicas incómodas); e incluso puede tomarse la decisión «por cuestiones éticas» de prescindir de variables o datos políticamente incómodos para los análisis, pero en cuanto estos sistemas mutilados o malnutridos empiecen a no dar resultados interesantes, se abandonarán. Nadie considerará la posibilidad de volver a usarlos de manera racional y la inteligencia artificial quedará, para la opinión pública, relegada al ámbito académico.

Podemos concluir entonces que los sistemas inteligentes actuales son a la vez subversivos, esotéricos y decepcionantes. El uso del Big Data se racionalizará en el mundo empresarial, dejará de aplicarse a cualquier ámbito civil ajeno a la vigilancia ilegal y volverá al ámbito en el que ha estado siempre en sus diferentes formas sin hacer demasiado ruido: la industria especializada. Volverá a ser la eterna promesa en el futuro de la computación que ya era cuando comencé mis estudios universitarios… Y que, en el fondo, el ser humano no necesita que sea nada más.


Lean y serán libres

KAY

Estaba observando el punto rojo de mi purito MEHARI´S, mientras me recreaba en mi terraza con el entorno nocturno en busca de respuestas a preguntas estúpidas, que siempre las hay. Entonces me he acordado de ustedes, algunos me leerán cada vez que publico y otros de rebote, pero oigan algo les une a todos: me leen. Y es por eso por lo que hubiese sido pecado si les tengo mucho más tiempo sin leer algo mío. Al lío.

Como bien sabrán estos días es la Feria del Libro en Madrid, una maravilla. La literatura acapara el protagonismo en el parque más famoso de la capital, grandes y pequeños autores se dedican a firmar sus libros a su fiel público que acude religiosamente cada año en busca de nuevos títulos, algunos simplemente para ojear. 

Porque, ¿qué son los libros sino la escuela más antigua del mundo tras el habla? Y es por eso por lo que se les dedica siempre espacio en la sociedad y tienen tanto protagonismo, aunque me temo que cada vez menos. Durante mi paso, el otro día, por la feria comentaba con mi hermano la barbaridad de libros que se ofrecen, demasiada oferta para una demanda bajísima, ¿es este un problema? Sí y muy grande.

Hay una cuestión importante y es que en esta sociedad hay demasiados “in put” que nos dejan obnubilados y no porque sean bonitos, sino porque son irresistiblemente absorbentes. Y digo nos, porque caemos todos. Los libros han pasado a ser un elemento del que fardan los pocos que son conscientes de su utilidad, y digo fardar porque parece que en una sociedad cada día más agilipollada y analfabeta, el que tiene un libro parece que sale de este fango que cada vez huele peor. Los que siguen en él, conscientes de su ineptitud para abrir un libro y aguantar cinco minutos seguidos leyendo, miran con recelo el gran logro del año 2021: leerse un libro. 

Estoy seguro de que más de uno de los que me están leyendo dirá: “yo leo y mucho”, muy bien, es usted un miembro del último bastión de la lectura en este mundo. Algún joven valiente se une para hacerlo crecer, pero no es suficiente. Por cierto, para el que no lo sepa, el maestro Reverte publica en unos días “El Italiano”, la Feria se llenará y, si las librerías volverán a hacer el agosto, imagínense Alfaguara…

Pérez-Reverte es de los pocos que dirige el último bastión, el célebre escritor sigue siendo inspiración y el claro ejemplo de que el que lee gana en buen criterio, lo que le falta a este país que siempre tropieza con el mismo canto.

¿Recuerdan cuando les hablaba del purito al comienzo? Pues es perfectamente comparable a la sociedad, calada a calada se va desgastando. ¿Saben que ha evitado que lo consuma entero? La necesidad de escribir para contarles todo esto. Si surge esa necesidad es porque previamente lo he hecho y disfrutado, pero para que esto pase hay algo previo y es saber escribir. ¿Cómo soy capaz de hacerlo? Porque he leído, no me he consumido gracias a lo que he leído, lo hago a menudo y aporto lo que buenamente puedo.

Ese purito es la población que si no lee se seguirá consumiendo. En el fango caemos todos (yo el primero), pero es más fácil salir si cultivamos motivos para seguir adelante y ser competentes, algo que nos mueva a seguir y a crecer como sociedad. Algo que nos impida caer en el click fácil, la lectura en diagonal y el voto mal escogido. Forjen su criterio aún más si pueden aquellos que ya están circulando por el carril correcto y aquellos desesperados por la constante desazón de la incompetencia: lean y serán libres.


Mis motivos para dejar escrita la crónica de mi familia

JOAQUÍN ECHEVERRÍA ALONSO

Mi nombre es: Guillermo Chavarrías Menéndez, creo que ha llegado el momento de recapitular mi vida. Para situaros os diré que nací en el año de 1883 del siglo pasado. Ahora pasados los años cincuenta mi vida está llegando a su fin. En ella viví y traté en diferentes circunstancias la alegría, la miseria, la ilusión, la pena, el desconsuelo y el orgullo, sin que el orden de esas emociones tenga ningún significado. Ahora en esa mezcla de sentimientos sueño con ellos expectante, a veces preocupado en las noches en las que me falta el aire. La emoción viene cuando veo a mis hijos y nietos y el desaliento cuando veo la marcha del mundo. Sueño con estas personas que me rodean, rodearon o que no llegaré a conocer íntimamente o no conoceré en absoluto. Todos contribuyen a esos estados de ánimo por los que paso y todos me traen recuerdos de los momentos de mi vida.

Para componer esta relación tengo en mi poder documentos: cartas, muchas de ellas de la Guerra Civil y otros recuerdos, además del apoyo de la capacidad narradora de Andrés, el entusiasmo de Guille, la tranquilidad de Pablo y la paz que me trasmite Enrique, sin olvidar la capacidad de razonamiento de Matilde o el barullo que me genera Adosinda.

No debo olvidar la tentación, vestida de amabilidad marrullera, que representó mi primo Arsenio, o la expresión de la fuerza de la naturaleza que era su madre, la tía Celedonia. No sé por qué mi padre, Bernardo Chavarrías García, siempre tan fuerte e ilusionado no me toca del mismo modo, pero no compartí con él buenos momentos más que cuando vivía mi dulce madre. Después, una vez muerta, nada fue igual, vivimos el desorden y la privación.

Todas estas personas enumeradas de más cercanos a menos, me traen recuerdos y de ellos se proyectan hechos que intuyo que vendrán y que sé que si llegara a conocerlos también me producirían esos sentimientos que he enumerado.

Bien sé que con los hijos se sufren preocupaciones y que con los nietos solamente se disfruta de sus momentos, incluso de los éxitos, pero que los sufrimientos son para los padres. Es por ello por lo que me gusta soñar ese futuro de las ramas de mi familia que ya están cogidas a mi tronco a través de otras, por lo que si las podan me duele menos y si dan flores bonitas me llenan de orgullo.

Creo que debo hacer un retrato de mí mismo porque lo que somos, o más bien lo que creemos ser, influye enormemente en cómo vemos o más bien en cómo percibimos los hechos en los que estamos involucrados o que presenciamos y en cómo los interpretamos.

Soy un anciano limitado en mis capacidades físicas, he llegado a viejo contra algunos pronósticos fáciles de hacer en determinados momentos, como cuando cogí una pulmonía y me atendieron en el cuartel, en el que servía como cabo primero, ya se puede suponer que en un hogar con su calor y cariño hubiera sido mucho más fácil. También mi vida peligró en la Guerra Civil al recibir un disparo de obús en la defensa de Oviedo, cuando nos defendíamos del avance de los Rojos en la Tenderina.

Por lo demás soy un suboficial de infantería, que pasó a situación de retiro joven y desde entonces me dediqué a la gerencia de un comercio de bastante actividad y a hacer contabilidades de pequeños empresarios. A raíz de la Guerra Civil mi comercio, el qué gerenciaba, cerró, pese a mi esfuerzo por mantenerlo operando, pero no aguantamos al mantenernos en la línea de no entrar en la ilegalidad del Estraperlo. Desde entonces pasé a vivir como un retirado joven al que adoran sus hijos y dediqué la mayor parte de mi tiempo a cuidar la educación de mis nietos mayores con diverso éxito, desde la excelencia hasta los fracasos más dolorosos. Pero los estudios son la única esperanza que tienen estas personitas que carecen de fortuna y no están siendo educados para ser empresarios.

NOTA. Creo que debo hacer una aclaración a lo que mi abuelo llama “estraperlo”, es una actividad ilegal que consistió en comerciar en el “mercado negro” con artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa; se aplicó especialmente al comercio de productos racionados posterior a la Guerra Civil Española. 

También debo decir que el origen de este nombre es un escándalo político, como consecuencia de la introducción de un juego de ruleta eléctrica de marca Straperlo, nombre derivado de los apellidos de quienes promovieron el negocio. La estafa que se practicó con estas máquinas le dio una excusa Alcalá Zamora para propiciar la caída del gobierno de centro derecha que dio lugar a las elecciones de febrero del 36. Vuelvo al texto escrito por mi abuelo.

En mi vida, en mi ocio, siempre tuvo importancia la literatura y la cultura que aportan los estudios regulares. Siempre seguí y colaboré en la marcha de los estudios de mis hijos hasta que me fueron dejando atrás. Yo no pasé formalmente de aprobar tercero de bachillerato, pero en algunas materias como en las matemáticas mantuve el nivel con mis nietos en todo el bachillerato y en el latín mantuve también el ritmo de las carreras universitarias de mis nietas. 

En cuanto a la política siempre seguí la actualidad y el fenómeno económico, lo que en la posguerra me llevó a relacionarme con algunos de mis antiguos oficiales, algunos habían llegado a generales que ya estaban retirados. Nos reuníamos a hablar de mercados y oportunidades aunque ellos sabían que para mí eran ejercicios teóricos, por mi escasa capacidad económica, pero sé que ellos buscaban en esas charlas información para formarse opiniones para sus inversiones. Muchos de ellos ya no vivían en Oviedo pero habían dejado hijas casadas con asturianos y eran rehenes de estas visitas, en ocasiones las aprovechaban para invitarme a cenar.

En mis relaciones con mis hermanos que vivían en Cuba y Estados Unidos discutí de política por vía postal y presencial en sus visitas a España. Aunque mi hermano mayor disentía de mi pesimismo en el avance del Comunismo, yo siempre lo percibí y lo percibo como una amenaza a la prosperidad del Mundo, aún creo en el peligro real de que consigan apoderarse de todo.

Sólo me queda para que el lector comprenda mi estado de ánimo que mis hijos me adoran, que recuerdo y añoro a mi difunta mujer cada día, que en mi casa, en realidad la casa de mi hijo Andrés, viven algunos de mis nietos y que los mayores tenemos una especie de tertulia literaria permanente, discutiendo si tal personaje de tal novela estaba enamorada de este o aquel, como es el caso de Sotileza en la novela de Pereda, si era del marinero que se ahoga, Güergo, o del chico de buena familia con el que se casa, vamos, que a veces me divierten o me cansan esas discusiones estériles.

Con mis nietos, lo que tuve por un tiempo fue una especie de academia, en que fui algo así como un preceptor y ya digo que con resultados diversos. El tiempo pone a cada cual en su sitio. Hoy tengo que decir que la primera hornada de nietos, los que estuvueron a mi cargo después de alegrías y disgustos todos han obtenido sus titulaciones universitarias, aunque nunca lo hubiera esperado del mayor, del que llamábamos Andresín. Me llenan de orgullo, ya se verá qué esperar de los siguientes, pero esos no están ni estuvieron a mi cargo.

A partir de aquí intentaré ir contando la vida que conocí, no siempre manteniendo el orden cronológico, saltando de fechas, cuando la comprensión del relato lo precise. Aun cuando en ocasiones juzgue hechos de personas o incluso a personas, no pretendo tomar revancha alguna con nadie, sé que nadie aguantaría un juicio de su vida sin salir dañado, yo tampoco, pero creo que merezco el crédito de haber sido un hombre bien intencionado, un padre y marido dedicado y como abuelo, que me tomé más desvelos de los que se podían exigir. Sin más comienzo el relato.

 Aunque antes de comenzar con el relato debo advertir que mi intención es escribir para que quede memoria de lo que fuimos y de lo que quisimos ser, con objeto de que mis nietos y los nietos de mis nietos lo conozcan y se comporten en consecuencia.

Conocer los errores y los aciertos de los que nos precedieron, puede evitar muchos tropiezos y equivocaciones. Por eso advierto al posible lector que no pertenezca a la familia Chavarrías, que esto no pretende ser literatura, esto es el relato de un viejo que se cree obligado a hacer advertencias a los que lo suceden y aunque a veces parezca que estoy juzgando, me gustaría qué sencillamente se sepa que estoy contando cosas a modo de advertencia a modo de prevenir a mis deudos de que uno es fruto de su vida, de su esfuerzo y del amor que pone. Los talentos que dios nos da pueden ser bien o mal administrados y nadie debe creer que tiene derecho a presumir de méritos ajenos, todos somos fruto de nuestras obras.

Administrad bien vuestros talentos ya que un día tendréis que dar cuentas y veréis que no siempre el que más recibió fue el que más tuvo al final de sus días y ese será el que menos presumió y el que más entregó, eso decía mi abuelo, que le habían advertido, una vez que le echaron la buenaventura. Cómo aparecerá más adelante este mi abuelo se llamaba Juan Chavarrías Uranga.


Supervivencia

ADOLFO GARCINUÑO GIL

“El sanchismo es el tránsito de épocas a servicio de intereses electorales_Botifler Sánchez–. Es de la única manera que podemos entender el nuevo curso en el que estamos sumidos.

Al sanchismo se le da mal la gestión del presente por eso siempre ha de estar mirando al pasado: más concretamente, a la Guerra Civil mecanismo de deslegitimación de la derecha por excelencia; o asomado a una colina pendiente de los hechos venideros: si existiese un lugar, como en la Antigua Grecia, llamado Delfos donde hubiese un Oráculo, Sánchez sería su mejor cliente.

La modernización, o sea 2050, es la nueva época a servicio del interés electoral de Sánchez, no sin dejar de mirar de reojo a 1936. Digitalización; ecologismo; recuperación social. El sanchismo tiene que empezar una nueva era con la mínima vinculación con el pasado: Ábalos; Calvo; Redondo, las viejas glorias sanchistas fueron defenestradas, son un pasado que Sánchez quiere borrar de la cabeza de los españoles, al igual que la gestión de la pandemia, la crisis migratoria o los indultos. Repaso a parte del jefe de los jueces, Carlos Lesmes, en su discurso de apertura del nuevo curso judicial, me imagino a Sánchez desde su todo poderoso despacho presidencial no parando de apretar la mandíbula.

El desprestigio institucional del que es capaz SuperSánchez no tiene límites, el cálculo partidista con el que maneja los pilares del Estado, hasta incluso en aquellos en los que no tiene autoridad, como es el Poder Judicial, amenaza largos inviernos, a lo Juego de Tronos, si la oposición no termina, o empieza, de hacer cargas como en la Batalla de los Bastardos.

Empieza un nuevo curso y en España suena a todo trapo Highway to Hell –AC/DC–.No sé por qué me pica la nariz que la primavera pasada va a ser un anuncio a lo que nos espera este año. Que si a una ministra de Igualdad le dicen en una entrevista: «tiene un coño como esta mesa de grande», y ésta contesta: “es un piropo muy bonito’’. Que si un ministro del Interior echa por tierra el trabajo de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Que si, en otra entrevista, a un presidente del Gobierno se le ocurre decir: “hemos vacunado a todo el mundo sin preguntar lo que votaban”…

Mientras tanto, el precio de la luz no para de subir, tanto que, cada día, su precio –cuando se escriben estas líneas se alcanzan los 153,43 € por megavatio hora– supera un nuevo récord. No había caído que el precio de la luz de las casas ocupadas lo pagan quienes se han quedado sin casa.

En fin, dice el refrán español: «mismo perro con distinto collar”. En la Moncloa la vida sigue igual, unos llegan y otros se van. Pero todo sigue igual.

Pd: continuará.


~El sumario del agravio~ 1-14 de septiembre del 2021

CARLOS LUQUE FLÓREZ

Continuamos esta sección, patrocinada por el desGobierno de España, para refrescar la mente de todo aquel que nos regale su tiempo y decida leernos.

Tenemos motivos de sobra para indignarnos cada día con el actual Gobierno. Tenemos tantos que muchas veces consiguen hacernos olvidar. Tapan un escándalo con otro de similar índole.

Odiamos ver como España olvida. Por eso, desde ‘El sumario del agravio’, repasaremos de forma somera algunos de los escándalos que cada día nos regalan nuestros gobernantes. En tiempos normales se exigirían responsabilidades, pero hoy es el pan nuestro de cada día.

1 septiembre

-Sánchez desoye la petición de Murcia para asumir competencias y actuar de urgencia en el Mar Menor. Con tal de culpar a la oposición hace lo que sea.

-Castells exige a las universidades privadas divulgar la ley de ‘desmemoria democrática’ de Sánchez.

-La ministra de Justicia se reúne con Bildu y ERC para hablar del CGPJ mientras Sánchez presiona al PP. «Socios preferentes».

2 septiembre

-Félix Bolaños se quita la careta y asegura que «los jueces no pueden elegir a los jueces».

3 septiembre

-Belarra gastó 52.000 € en montar un campamento juvenil para adoctrinar sobre la guerra civil.

-El Rufián de Gabriel invita a su programa a una desequilibrada que al ser preguntada por VOX responde «matar». (Entre otras joyitas intelectuales)

4 septiembre

-Sánchez rebajará su agenda de presidente para pasearse por España intentando recuperar votantes. Casi mejor, por otra parte.

-El asesor enchufado por Podemos en Enagás dona más de 5.000 euros a la fundación de Monedero. Casualidades, no piensen mal.

-Sánchez investigará la pandemia de Polio de los años 50. Sin comentarios.

-Montero ficha a la activista que llamó «nazi» a Vox para dar lecciones de «democracia feminista».

5 septiembre

-El Gobierno oculta a Transparencia 56,8 millones del coste de las exhumaciones del Valle de los Caídos.

6 septiembre

-Irene Montero insiste en comparar a las afganas con las españolas: «Están sometidas al mismo patriarcado».

7 septiembre

-El Gobierno presiona a vocales de izquierdas para que dimitan y bloqueen el Poder Judicial.

-Barcelona quita a los Reyes Católicos su calle con el voto a favor de los socialistas.

-La portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid califica a VOX como los «talibanes españoles».

8 septiembre

-Teresa Ribera gasta 65.000 € en 100 ‘voluntarios’ para que aplaudan sus políticas climáticas.

-La izquierda convoca manifestaciones y culpa a la derecha de agresiones que resultan ser falsas.

9 septiembre

-El segundo estado de alarma de Sánchez por la pandemia también fue ilegal. ¿Consecuencia? Ya saben.

-A Sánchez no le importa que el ataque homófobo de Malasaña fuera un bulo y presidirá la Comisión de delitos de odio.

10 septiembre

-La mujer del socialista Espadas declara como presunta enchufada en Faffe y hace un ridículo monumental. El chiringuito socialista andaluz no defrauda.

-El Gobierno eliminará los exámenes de recuperación en la ESO y permitirá pasar de curso. Dame pan y dime tonto.

La señora de Espadas

11 septiembre

-Radicales independentistas atacan la Jefatura de Policía de Barcelona durante la Diada ante la pasividad de Interior.

12 septiembre

-Cuatro ministros abiertos al referéndum participarán en la mesa de diálogo con Cataluña. Marchando un poquito de traición.

13 septiembre

-Iceta compara la mesa de Sánchez con la Generalitat con la que puso fin a la guerra de Vietnam. ¡Claro que sí campeón!

-El nº 2 de Laya declara al juez que la ex ministra conocía la identidad de Ghali.

14 septiembre

-La mesa de Sánchez con el Govern cuenta con una mayoría a favor del referéndum. Estamos avisados.

-Sánchez alardea de haber «vacunado a todo el mundo» y no preguntar «lo que votaban».

-Espadas obvia la incongruente declaración de su mujer y cree que es citada por una «cacería política».


La falacia de la Diada

¿Cómo es posible que los nacionalistas catalanes hagan una ofrenda floral ante el monumento de Rafael de Casanova, que decía luchar por la «libertad de toda España»?

JOSÉ MARÍA AIGUABELLA AÍSA

El nacionalismo catalán instituyó la Diada, que se celebra  cada 11 de septiembre,  como el día de la nación catalana, en que se conmemora el momento en que Cataluña recibió el gran agravio nacional que puso fin a su independencia, al ser conquistada por las armas españolas en 1714. 

Comencemos contextualizando el momento para facilitar una mejor comprensión. A comienzos del siglo XVIII se produjo un cambio de dinastía en el trono español. En el año 1700,  al morir sin descendencia Carlos II, deja de reinar la dinastía de Austria o Habsburgo y se establece en el trono de España la dinastía de Borbón, de origen francés, en la persona de Felipe V de Anjou. 

En vida de Carlos II la sucesión se planteó en torno a tres candidatos: Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y María Teresa (hermana mayor de Carlos II); el archiduque Carlos de Austria, nieto de María de Austria, tía de Carlos II;    José Fernando de Baviera, hijo de María Antonia, nieta de Felipe IV, casada con Maximiliano Manuel, elector de Baviera. 

En la Paz de Westfalia de 1648, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, se había establecido el principio de equilibrio de fuerzas entre las potencias. La sucesión al trono de España se convirtió en un asunto de relevancia internacional debido a que iba alterar el estatus quo europeo. En efecto, la sucesión del archiduque Carlos de Austria  no interesaba a Francia, dado que se formaba un bloque hispano-austriaco; la sucesión de Felipe de Anjou, también  rompía el equilibrio de potencias en Europa, ante una posible alianza hispano-francesa; La tercera opción, José Fernando de Baviera, parecía la menos comprometida, evitando que España se viera de nuevo envuelta en conflictos internacionales. La muerte de este  provocó lo que se  quería evitar. 

Carlos II, tras modificar varias veces el testamento, optó por Felipe de Anjou, incluyendo una cláusula por la cual el trono de España y Francia nunca podrían coincidir en la misma persona, cosa que en principio no agradó a Francia. 

Austria, Inglaterra, Holanda, Saboya, Portugal y los príncipes alemanes formaron la Gran Alianza, en favor del archiduque Carlos, mientras que Felipe de Anjou recibió el apoyo de Francia.  Los españoles se dividieron en favor de uno u otro candidato, defendiendo la causa del que consideraban mejor para los intereses del conjunto de España. Daba comienzo la Guerra de Sucesión.

 En cada bando combatieron entremezclados compatriotas de las distintas regiones. En ningún momento supuso el enfrentamiento entre Cataluña y España,  pues hubo catalanes y castellanos en ambos bandos. 

Felipe V, heredero testamentario del trono, había jurado en 1702 las Constituciones de los reinos españoles, incluido el Principado de Cataluña. En junio de 1705 las oligarquías de Barcelona acordaron con ingleses y austriacos que Cataluña se pasara al bando del archiduque Carlos. Algunas ciudades catalanas se sublevaron contra la élite comercial barcelonesa, en nombre de la libertad de España y de todos los españoles. 

Los tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714) pusieron fin al conflicto internacional. En ellos se acordaba la renuncia de Francia a la unión de los tronos español y francés y el reconocimiento de Felipe de Anjou como rey de España. La dinastía de Borbón se instauraba en nuestra nación.

El 11 de septiembre de 1714 se produjo el asalto a la ciudad de Barcelona. El día 13 el ejército de Felipe V entró en Barcelona, en el cual formaban soldados procedentes de distintas regiones españolas, entre las que había miles de soldados catalanes.

Los defensores de la ciudad de Barcelona en 1714 lo hicieron a favor de España como ponen de manifiesto las palabras de los dos relevantes protagonistas de la jornada del 11 de septiembre:

  • Antonio Villarroel, jefe militar a cargo de la defensa de Barcelona se manifestó así: «Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo a su rey, la fe de su religión y sus privilegios». 
  • Rafael de Casanova, conseller en cap, a quien los separatistas ponen flores como caudillo de la independencia contra España, ficticiamente perdida en 1714, el día 11 de septiembre de ese año escribió convocando a los barceloneses a defender las murallas de Barcelona: «Se hace también saber que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus empleos explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida patria, y del exterminio de todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados, y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, con todo, que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España». Éste es el caudillo independentista al que hoy homenajean los separatistas. Rafael de Casanova fue un español que creía mejor y más libre la España de los Austrias que la de los Borbones, y con ese convencimiento redactó el manifiesto

Rafael de Casanova fue herido en una pierna. Posteriormente se refugió en San Baudilio. A los pocos años fue rehabilitado por Felipe V. Regresó a Barcelona en 1719, donde continuó ejerciendo la abogacía  con total normalidad hasta su muerte en 1743. 

La guerra de Sucesión fue, internamente, una guerra civil entre españoles, jamás fue una guerra de España contra Cataluña.

«Los catalanes consiguieron todo lo que deseaban, porque ni a ellos les faltó cosa por pedir, ni al rey cosa que concederles, y así vinieron a quedar más independientes del rey que lo es el Parlamento de Inglaterra»

Macanaz, testigo de la época, referido al momento en el que Felipe V juró las constituciones del Principado de Cataluña en 1702, antes de que la oligarquía barcelonesa cambiase de bando

«Creí y sigo creyendo en ese proyecto común llamado España y, como me pasa conmigo mismo, a veces estoy orgulloso y a veces no, pero no puedo evitar quererlo»

Antonio Banderas