Siendo sincero, no tenía pensado escribir un artículo como este. Lo más, el comentario de una película que se me apetecía interesante, contestataria y montaraz para los tiempos que corren; pero resulta que me encontré con otro engendro insípido y pasteurizado sin muchos más galones que cualquier otra proyección palomitera en la que se esconden las parejas de quinceños solo para darse el lote.
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Eurovisión: no, no todo es política
Hace cien años, Joris Karl Huysmans escribía en su novela A Contrapelo lo siguiente:
Al mismo se dio cuenta de que los librepensadores, los doctrinarios de la burguesía, esa gente que exigía todo tipo de libertades para poder aplastar las opiniones de los demás, no eran más que unos ávidos y desvergonzados puritanos, cuyo nivel de educación le parecía inferior al de cualquier zapatero.
El síndrome de fortunata
Ocurre en todas las instituciones mundanas que una parte nada despreciable de sus afiliados se enrola en ellas como se refugia uno en la primera cornisa que encuentra al caer un chaparrón, o bien deslumbrados por un abolengo que quisieran heredar para sí. En cualquier caso se trata de vocaciones vacías o tibias que cabalgan sobre alguna ambición, pero demasiado cobardes como para construir su propia cabaña a la intemperie.
Sentimientos desechables
Entrando a una estación de metro en un barrio no precisamente sofisticado, pude ver hace tiempo un cartel en el que la Comunidad de Madrid anunciaba un servicio para ayudar con las burocracias a los matrimonios de la región que pretendan separarse. La cuestión no tendría mayor importancia si no fuese porque se promocionaba en las mismas formas de mercadotecnia burda y simpaticona que se emplean para vender un crecepelo; como cuando alguna firma trata de persuadirnos con ánimo de lucro para que vendamos el coche, corrijamos nuestros hábitos alimenticios o instalemos una alarma porque vivimos en una sociedad caótica y siniestra que lo hace imprescindible… Es decir, para que cambiemos nuestra forma de vida. No he visto nunca, sin embargo, a administración alguna tirando presupuesto para publicitar recursos públicos de apoyo psicológico o terapia a familias con problemas, tal vez porque esos servicios no existen.
Extraño 2022
En este último mes, las administraciones de todo pelo, junto con su cohorte de expertos y medios adláteres, nos han dado una murga comunicativa al menos tan ambivalente, contradictoria y ridícula como en las semanas previas a la gran suelta de miasmas del 8-M en 2020, efeméride que recogerán los libros de historia como la explosión del coronavirus en España.
Ser un poco más egoístas
A finales de noviembre del 2019 se celebraron en la Universidad Complutense de Madrid unas extrañas jornadas de diálogo interreligioso organizadas por la AJICR (Asociación de jóvenes investigadores en Ciencias de las religiones), que generaron una cierta polémica por tratar la religión satánica.
Patriotismo
A veces me pregunto qué significa de facto ser patriota, más allá de lo que diga la RAE, o mejor aún, qué significa ser patriota en España. Sin duda, no debe ser nada bueno.
Recuerdo el famoso juicio por el apuñalamiento de Carlos Palomino, en el que la fiscalía preguntó al agresor, de manera nada inocente, si se consideraba patriota. Este, sin duda instruido por su abogado defensor, respondió que le gustaba que ganase la selección española de fútbol, eludiendo el autodefinirse como tal. Podemos concluir entonces que el patriotismo puede llegar a ser considerado en España un agravante que convierta un homicidio en un asesinato, o cuanto menos un indicio razonable de que el individuo que así se declare tiene vínculos o simpatía con alguna organización neonazi.
Me gusta
Me gusta que los futbolistas se santigüen cuando salen al terreno de juego; y que señalen al cielo cuando marcan un gol, aunque lo hagan por pura superstición.
El fracaso de la inteligencia artificial
Este es un tema que me apetecía tratar desde hace mucho tiempo, pero la actualidad y la propia vida me lo habían impedido hasta ahora. Deformaciones profesionales aparte, lo cierto es que el Big data y el Machine Learning son disciplinas emparentadas de manera muy estrecha entre sí (los grandes volúmenes de datos no se recopilan sino es para inferir otros datos a partir de ellos usando alguna técnica de inteligencia artificial) y con las propias ciencias sociales, especialmente la política; y estoy convencido de que en ellas mismas tendrá su perdición.
Barbudos afganos
La legislatura del presunto católico Biden (aunque no se lo crean, esta etiqueta conjunta muy bien con la ideología imperante en algunas latitudes cuando es de mentirijilla) empieza igual que la de Obama (probablemente tan cristiano como ZP cuando fingió serlo para su encuentro intergaláctico en un desayuno de oración): cediéndole un país convulso a los barbudos, de modo que pueda convertirse en el nuevo Silicon Valley del terrorismo islámico; donde como buenos business angels, les dejaron a los emprendedores del kalashnikov una generosa ronda de armamento para que puedan arrancar. La marca Isis está en horas bajas, pero se rumorea que Al Qaeda puede volver a sorprender al mundo con alguno de sus juguetitos y recuperar cuota de mercado.