El entierro del balompié

No, si al final, tras muchas semanas esquivando las balas, voy a tener que escribir un artículo sobre el largo velatorio en que vivimos tras la muerte del fútbol español. El femenino, sí, pero al masculino lo acecha la parca en cada esquina, no se va a ir de rositas; y lo seguirá pronto el resto, porque el objetivo es acabar con uno de los mayores puntales del ocio masculino, un continente salvaje e ingobernable (y por ello, especialmente molesto) que representa lo poco que le queda ya a la decadente Europa occidental, una vez ha renunciado a todo su herencia cultural e intelectual, empezando por la religión.

Comentarios a la decimocuarta Copa de Europa del Real Madrid

“¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado’’. La vida eterna. Es el mensaje que hace veintiún siglos cambió la Historia de la Humanidad. 

Ser recordados. Era la razón de ser de todos los emperadores que han gobernado, de todos los reyes que han reinado.

Dios está blanco

Un amigo me sopló que Guardiola emplea a físicos para planificar sus partidos. Descifrando los datos del juego y analizando las variables de cada ocasión. Quizás esa sea la razón por la que los purísimos doctores del fútbol le consideran el mejor entrenador del mundo. Sumos sacerdotes de la táctica, casi se diría que el juego les molesta, y que a cambio preferirían una partida de ajedrez estratégica entre los entrenadores. Ellos peor que nadie, los especialistas, han sido incapaces de entender el hito que en los últimos meses ha alumbrado repetidamente el Real Madrid en su estadio disfrazado de sucesivas e inverosímiles remontadas en Champions.

El fútbol era así. ¡Bienvenidos al Transfutbol! El fútbol sin fútbol

Los clubes de fútbol fueron fundados como instituciones promovidas por la sociedad, acogidos por una población o un barrio del que tomaban su nombre y por los que sus seguidores y allegados se sentían representados. Su única finalidad era, exclusivamente, de orden deportivo sin pretender nada más allá. Así era el fútbol real que conocimos, con sus más y sus menos, hasta la llegada de las sociedades anónimas.

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