“Niños, niñas y niñes”, “todos, todas y todes”, “escuchados, escuchadas y escuchades”, ¿con cuál se quedan? La última es, sin duda, mi favorita.
Si hace no muchos años alguien se hubiera dirigido a nosotros empleando estos términos todos hubiéramos pensado que nos encontrábamos ante un desequilibrado, un borracho o un payaso. Si hoy leemos o escuchamos a alguien que se expresa así será más fácil catalogar al espécimen en cuestión. Nos encontraremos ante un socialista, uno de los modernitos, los peores que hay. Si bien es cierto que no debemos descartar ninguno de los calificativos anteriores…