Si hay algo que ha marcado el casi primer decalustro de nuestra democracia, es el nacionalismo. Tanto el catalán como el vasco. En todas sus vertientes, con diferencias en sus formas y en el modo, por supuesto, pero con un mismo fondo.
Si hay algo que ha marcado el casi primer decalustro de nuestra democracia, es el nacionalismo. Tanto el catalán como el vasco. En todas sus vertientes, con diferencias en sus formas y en el modo, por supuesto, pero con un mismo fondo.