En este último mes, las administraciones de todo pelo, junto con su cohorte de expertos y medios adláteres, nos han dado una murga comunicativa al menos tan ambivalente, contradictoria y ridícula como en las semanas previas a la gran suelta de miasmas del 8-M en 2020, efeméride que recogerán los libros de historia como la explosión del coronavirus en España.