Hace años que se está produciendo un deterioro ideológico en el seno progresista. No me atreveré a generalizar, por lo que voy a ser más concreto. Esta decadencia de la que hablo no la protagonizan particulares ni ciudadanos de a pie. Sino que la están desarrollando los políticos y las figuras que, se presupone, constituyen un marco cultural e intelectual con gran capacidad de influencia en la sociedad.